Texto: Marta Pallarès y Uriel Waizel
Fotografías: AlohaStudio, Marta Pallarès y Uriel Waizel (y gracias a los instagramers xavo_gdl, ulisesmedinam y kavolta).
Agradecimientos a Ana María Rozo (Red Bull México), César Caudillo (Red Bull GDL), Gonzalo Oliveros y el equipo de RMX Radio.
Sí, terminamos hechos una sopa. Sí, se les dijo que en septiembre era temporada de lluvias: ya en el 2012 nos había caído un chubasco que había puesto en jaque al 212RMX, pero en aquel entonces y pese al susto, la música prevaleció. Y sí, esta vez los dioses no fueron clementes y no hubieron paraguas suficientemente amplios para abarcar todos los escenarios y protegerlos del diluvio que cayó sobre Guadalajara.
Ya para este momento, es de dominio común la revolcada que la tormenta Lorena le dio a la edición 2013 del 212RMX, que probablemente será más recordada por la actuación de sus brincacharcos que por las de sus cabezas de cartel. A ellos ya no pudimos llegar. Contrariamente a la lógica, en esta ocasión los últimos no fueron los primeros y las bandas emergentes que siempre tienen la difícil tarea de calentar los ánimos fueron las justas vencedoras. O las únicas, mejor dicho.
Acompáñennos a través de esta crónica (advertimos, muy sui generis) donde rescataremos aquello que sí fue bonito del 212RMX 2013, al menos mientras Tláloc anduvo distraído.
¡Ah…! Tan lindo que lucía el Escenario Panamérika sobre Chapultepec con Guadalupe Zuno. El más bonito que habíamos logrado en los tres años consecutivos en que hemos participado, y –modestia aparte–, el que tenía el cartel más chido. Poco sospechábamos que el hermoso arte botánico del Rey de Reyes, nuestro diseñador amante del barroco kitsch, quedaría más que regado… empapado. Y su sirena, remojando doblemente sus melodías de seducción..
¡'iren nomás qué bonitos diseños de flores y plantitas! Ya le andábamos diciéndo a los de Red Bull GDL que si al final del evento les sobraban estos lienzos, con gusto nos los llevábamos a nuestros hogares en el Chilango, para usarlos como papel tapiz de nuestros cantones!
El menú que habíamos preparado con mimo prometía de todo: desde la cumbia hasta el folk y las gustadas bastardizaciones “Marca de la casa”, pasando por el stoner, el glam y el post-rock. Los meritos cortes musicales modernos de Hispanoamérica culminados por nuestra más dulce cerecita del pastel: los chilenos Dënver, que además se despedían de su público desde nuestro recinto.
Bueno, la verdad es que no queremos ser mala onda con Guadalajara… pero como mínimo en el D. F. sí habrá posibilidad de decirles adiós como se merecen en su toquín del próximo 12 de septiembre en El Imperial. En esta ocasión, nos aseguramos de verles a cubierto, sólo por si acaso.
Y mientras Dënver probaban sonido, el equipo de Panamérika nos lanzamos también a una prueba… de sabor. Y como algunos veteranos miembros de la expedición ya son buenos conocedores de la gastronomía tapatía, el siguiente check - point estaba decidido desde que subimos al avión: el marcado por los mariscos de Negro Ponte Trucha en el viejo barrio de Santa Tere. Y como somos tan amantes de la música como del atascarnos, disfrutamos de unos platos con nombres tan jocosos que podrían titular alguno de nuestros programas: agua de tlacote (cerveza michelada con suficiente limón para evitar problemas, ejem, estomacales hasta la próxima edición del #212RMX), un delicioso aguachile, y un platillo que en bandera nos sirvió el atento mesero Marcelino, con tres especialidades camarónicas de la casa. A saberse, Qué bárbaro mi negro, un No Mamis y los aderezados con tamarindo. Y claro, el clásico entre los clásicos de la cocina de Guadalajara: ¡larga vida a la torta ahogada!
Por si fuera poco, lo rematamos con helado de elote y el postre tapatío por excelencia: la dulce, dulce jericalla.
Para el año que viene ya estamos preparando el estómago para hincharnos a Torta Viagra, Taco Chupe, La Gran Shingadera, Mamaloncha, Quiuvole, Valemadre y Qué barbaro mi chango. Todavía no sabemos ni cómo sobrevivimos para volver al recinto y arrancar el festival...
Con la panza a rebosar y el corazón contento, tatemados por un engañoso sol escondido tras las nubes, llegamos rojizos cual camarones y asoleados como rednecks a ver al combo cumbiero favorito de Xonacatlán, Edo.Mex, los Sonido San Francisco. Nos quejábamos del sol… ¡ojalá nos hubiera acompañado todo el día!
Miren nomás los pasitos que se andaba echando Don Sebas…
...seguramente porque se echó su Red Bull antes de subir al estéich.
¿Que qué tal estuvo su chou? Ustedes ya saben de qué va el Sonido San Francisco:
El género romántico es mi favorito para sacar,
a las muchachas a bailar...
Minifalda, medias y tacón, de todas las modas la mejor,
si quieres mi atención llamar...
Y con tanto calorcillo, los pasitos de baile, la tarde sabatina y las arboledas de Guadalajara, entre que unos bajaban y otros subían a nuestro escenario nos fuimos a dar el rol. No muy lejos, no se crean: tantito, hasta la calle de Guadalupe Zuno. Con sus casonas señoriales, sus jardines envidiables, colores y formas especialísimos. Y con un objetivo muy concreto: casar amarillo con amarillo, verano y arquitectura, y a nuestra playera especial del 5º aniversario de Panamérika con la casa ITESO Clavigero, construida por el arquitecto tapatío Luis Barragán (¡el de las Torres de Satélite!).
Y como hacía unos minutos nos habíamos cruzado en nuestro tour arquitectónico con Caloncho, cargado de instrumentos y de plátanos (peculiar combinación) en dirección a nuestro escenario, le pedimos que posara tan fresco como su EP –llamado Fruta– para la causa. Por cierto, lo sentimos si se han enamorado de su camisa y quieren preguntarnos dónde la compró: es única y exclusiva, tanto como que se la hizo su abuelita justo para la ocasión. ¡Abuelas no hay más que dos!
Para compensarles, les diremos que la del jalisciense no es la playera más chingona que encontramos (con perdón). Y es que no hay como rugir cual aficionado de los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara (el equipo más rasta del fútbol mexicano).
Si el Barça fuera quisiera ser más funky (y más brasileiro con aquello de que contrataron a Neymar), deberían contemplar que para su siguiente uniforme de visitante, una rayita negra vertical en medio de la senyera pintada de rojo y amarillo le daría más niggarismo y ondita rastafari a su uniforme: Ahí sí sería el joc bonic!
Bueno, basta de futbol, que no fuimos hasta a Guadalajara a narrar el Chivas-Trigres [sic.]
Se la vamos a mandar a los de @SeHavlaMexicano. ¡Ah!, que por cierto, a las Chivas les empataron (ganaban 3-1) y quedaron 3-3. ¡Chales!
Bueno, nos regresamos a nuestro escenario para ver a The Polar Dream, ¿banda local que ‘pos qué toca? Pos’rock… Lindos, dramáticos, perfectos para musicalizar una bucólica tarde de sábado en la esquina de la calle de Guadalupe Zuno con Av. Chapultepec. Era un cuento de hadas, hasta entonces… la que se nos venía encima. Nunca mejor dicho.
Esos The Polar Dream sí tocan chido. Sí hacen un post-rock con todas las de la ley, pero se ven tan cool en el escenario como si fueran los Battles y su montón de teclados y gadgets para tocar math-rock. Super pros, ya lo están viendo.
Luego vino el turno para nuestro querido Ulises Hadjis, quien daba su último concierto en suelo mexicano antes de regresarse a Maracaibo, Venezuela. Con un look entre mod, psicodélico y mata alborotada de músico de la tropicalia brasileira, encarnó a la trova más reverberante y autoloopeada. Todo, en un show sencillo que levantó suspiros entre algunas tapatías, que ya le andaban pidiendo que les hiciera unos hijos...
Y hablando de hijos… ¿deberíamos llamarlo el flautista de Maracaibo, como si fuera el de Hamelín? Miren nomás como tenía encandilados (también) a los chamaquitos.
También bien mods, pero ya más del siglo XXI y a là Strokes latinos, se arrancaron Carmen Costa. Que no son una señora tapatía que venda jarritos de Tlaquepaque los domingos, sino unos señores chilangos armados con guitarras y sección de vientos y (de nuevo) camisas dignas de ser admiradas. Véanlo si no, ¿a poco no están guapisísimos?
Bueno, ejem, comentarios de moda y estética aparte. El sencillo de “Estéreo” les salió chidongongo y como que le da a una herencia Cerati-ana en sus rolas, aunque por su corta trayectoria aún no sabemos si su estilo se va a encaminar a los chicos de pantalones entubados, a los bravíos de barra argentina, a las chicas de gafas de pasta o a los radioformuleros. Tiempo y rolas dirán.
Dejamos el escenario Panamérika por un rato: ya que iba todo tan bien, de momento, nos pareció que las cosas se podían cuidar solas…
A dos cuadras de Guadalupe Zuno estaba aparcado el Sugga de Red Bull. El mítico carro militar, tomado como de una película de Indiana Jones, fue tuneado para tener sobre el toldo a violentos DJs “tirando party”...
Miren nomás qué guapotas las #wiiings de Red Bull, posando frente al Sugga, cual pin-ups de la Segunda Guerra Mundial, junto a un bombardero B-17.
Y chequen qué mega-reven se montaron tanto los de Sonido Satanás como Los Astros de Mendoza, respectivamente.
Sí jalaron una devota raza chola, acá bien maciza y oscurota. Clávense en la mirada torva del mai este con la camisa de Satanás… Uy, qué meyo...
Y como sí nos dio miedito, nos fuimos de vuelta a casa Panamérika, donde ya estaba otra banda local, The Seamus. Lo que no sabíamos que lo más terrorífico del festival estaba a punto, a puntito, de descargar sobre nuestras cabezas...
Los tapatíos estaban dándolo todo por lograr un sonido radiohead-iano, y nosotros ya empezábamos a dar lucirnos con nuestros mejores pasos de “Chernobyl Child” à la Thom Yorke, cuando un leve chipi-chipi comenzó a mojarnos la tatema...
...lo que ocurrió después, tanto en el escenario Panamérika → como en todito el #212RMX → como en el ciudad de Guadalajara → el estado de Jalisco → y la región occidental de la República Mexicana, queda mejor explicado en el siguiente clásico de Walt Disney → El Viejo Molino. Nomás échense ocho minutitos de nada para que estos dibujis animados les adviertan de cómo chuta eso del ciclo de la naturaleza cuando se pone de malas.
En el comunicado ‘Llegó la gran invitada’, lanzado en la cuenta de twitter de la radio RMX, se resume parte del surrealismo #YOLO que se vivió durante las restantes horas de un festival que había sucumbido bajo el acuoso abrazo de Lorena, representante de la Madre Naturaleza (sí, La Gran Invitada).
http://www.rmx.com.mx/2013/09/07/llego-la-gran-invitada/
Y como decidimos que no vamos a ser nosotros los únicos que no caigamos en el tópico de citar Singing in the Rain, un instagram vale más que mil palabras.
Y un instagram vídeo, más que mil instagrams. Y así sucesivamente.
Aunque este InstaWeather también le quedó padre a este usuario…
Y viendo la llegada del apocalipsis líquido, como los ratoncillos del Viejo Molino disneyiano, corrimos a refugiarnos a casa. Validos por nuestras pulseritas VIP y por nuestro network de amiguitos en la industria, fuimos a dar al backstage del escenario, donde los músicos de Caloncho y Los Vikingos del Norte desmintieron el tópico de las estrellas del rock insolidarias y mamonsonas. Estábamos calados hasta los huesos, tiritábamos cual personajes de novela rusa del siglo XIX y además que estábamos en nuestro esteich, ¡qué narices! La hospitalidad fue cálida cual sopita de tortilla y sólo nos faltó que nos dieran cobijas peludas, friegas de Vicks Vaporub en el pecho y que nos cantaran una nana. Pero cantar, terminaron cantaron. ¡Y cómo! Pero no nos adelantemos a los acontecimientos… Aunque sí, como dicen Martinoli & García en Fut Azteca... "¡Se nos vino la night!".
“Charlie Alfa llamando a Cóndor, Charlie Alfa llamando a Cóndor. Caos reinante sobre Chapultepec, se reportan caídos en acto de servicio. Cambio”. La lluvia se había cobrado sus primeras víctimas, el frente bélico cerraba dos de los escenarios. Check point Panamérika resistía cual irreductible galo, ahora y siempre a la lluvia invasora, pero no sabíamos por cuánto. Las filas enemigas se cerraban a nuestro alrededor, ríos de agua cercándonos amenazadores, mientras los soldados rasos - aka los técnicos de sonido - corrían a proteger el avituallamiento en el campamento. Evitaban la muerte por electrocución. The Horror.
Nos la pelamos para ver a Caloncho en vivo, 60 Tigres, Madame Récamier, Pato Watson, Play & Movil Project, Yokozuna y... sí, Dënver. Todos, programados para tocar en este sábado 7 de septiembre del 2013 en el Escenario Panamérika.
[Ojalá que el destino nos vuelva a poner en oportunidad de verlos...]
La comunicación con la base en RMX nos reportaba la cancelación cuasi-total del festival, excepto por el escenario acorazado sobre Av. Niños Héroes, que resistía en pie: el show debía continuar y así lo hicieron Los - Muy Valerosos - Ángeles Azules y Los - Siempre Heroicos - Amigos Invisibles.
Y como todo ejército necesita ser envalentonado por un himno, desde CUU - así le llaman a Chihuahua - nuestros más sombrerudos soldados, que no les dicen Los Vikingos del Norte porque sí, decidieron que iban a tocar, sí o sí, electrificados o sin amplificar. Eso es lo que distingue a los hombres de las nenitas. Se abrieron las cortinas de nuestro campamento y esto fue lo que pasó ante los ojos atónitos del público congregado ante él.
Jimi Hendrix echando fuego en Monterrey en 1967. Los Beatles en el rooftop concert de Londres en 1969. El Jubilee Boat Trip de los Pistols en 1977. Simonon de The Clash rompiendo su bajo en 1979, inmortalizado en la portada de London Calling. Y en 2013… esto.
Y en lugar de una corneta, fue una tuba la que tocó a retirada. Las tropas se disolvieron, dispersas en pequeños grupúsculos operativos dirigidas a enclaves estratégicos donde plantar una pica musical: Caloncho, los mismos Vikingos alzados en armas y los Astros de Mendoza desaparecieron en la noche de Guadalajara. Engullidos por la oscuridad del inframundo acuoso y los cantos de sirena de ojitos tapatíos. Nosotros, como temerosos y desabridos güeros de rancho, nos replegamos a terra cognita (y seca), pues carecemos del brío de los que saben y pueden defenderse a golpe de bombo y espadazo de guitarra.
Pero como en el fondo tenemos nuestro orgullo defeño, sí quisimos demostrar nuestro valor con una prueba definitiva. La habíamos enfrentado en ediciones anteriores del #212RMX y habíamos salido victoriosos, como ritual de tránsito que en la tribu Panamérika marca el paso de ser niño a ser un hombre, de chamaquita a mujer: enfrentarse a las que hemos bautizado como “Narco - Tortas” de Lonches Leo, y vivir para contarlo. Así empezó la leyenda:
Y este año no íbamos a ser menos.
Mojados sí, pero profesionales. Brincacharcos profesionales.