Black Sabbath y los 50 años de esa misteriosa "figura de negro"
Toda historia tiene un inicio, toda doctrina tiene un libro de texto, así como el génesis de la religión judía comienza con "בְּרֵאשִׁ֖ית" ("En el principio"), el fundamento de la literatura metalera empieza con "What is this that stands before me?", una frase que, dentro de la cultura del heavy metal, podría equipararse en fuerza y trascendencia a "En un lugar de la Mancha", "Nel mezzo del cammin di nostra vita" o "Now is the winter of our discontent". Por eso, hoy festejamos al álbum que dio inicio al heavy metal, como subgénero y como cultura, a 50 años de su lanzamiento.
El verso citado es muy escalofriante… por supuesto, Geezer Butler ―el principal procreador de las letras de Black Sabbath―, tenía intereses en temas ocultos, una cualidad que, aunada al mismo nombre de la banda, les dio una personalidad tenebros, pero además del fondo de las canciones, tenemos que prestar atención también a la forma en la que fueron compuestas, y aquí es pertinente analizar el origen de ese sonido, también sombrío.
Para poner en contexto, hay que mencionar que, en la historia de esta agrupación, fue determinante que su hogar natal haya sido la ciudad industrial de Birmingham: a los 17 años ―en sus labores como obrero en una fábrica de metal―, el guitarrista Tony Iommi sufrió un accidente que le cercenó las falanges de los dedos medio y anular de su mano derecha, como consecuencia, Tony se hizo unas prótesis para completar sus dedos y, para facilitar su ejecución, compró cuerdas diferentes, afinó su instrumento en tonos bajos y… ¡listo! Ahora, desde un punto de vista cultural, tampoco parece casual que, en una ciudad industrial, ruidosa, hayan proliferado bandas como Judas Priest, Napalm Death o Godflesh.
Ahora, ¿qué tan oscuro, denso, ruidoso o bueno es este álbum? Como ya mencionamos, su relevancia histórica es incuestionable, aunque, siendo justos, no es un álbum perfecto. Los dos temas más importantes, sin duda son la titular "Black Sabbath", que hoy sería considerada doom metal, con su cadencia tétrica y la voz perfectamente desquiciada y expresiva de Ozzy Osbourne (en una interpretación única, jamás igualada por ningún vocalista) y "N.I.B.", cuyo riff elíptico y predominante marcó la tendencia para futuros clásicos, como "War Pigs", "Iron Man" o "Symptom of the Universe".
Otros cortes que destacan son "The Wizard", con Ozzy en la armónica y una historia inspirada tanto en Gandalf, como en el distribuidor de drogas del cuarteto. "Behind the Wall of Sleep", con su ácido dejo post-sesentero y "Sleeping Village", un admirable ejercicio que serviría de inspiración para futuras estrellas del stoner metal. Completan la lista "Evil Woman" y "Warning", un par de covers bien ejecutados que sirvieron para poner de manifiesto y acentuar el estilo de estos alocados ingleses.
Para terminar, hay que hablar de la portada. El lugar es identificado como Mapledurham Watermill, un molino situado en Oxfordshire, frente al cual aparece la famosa figura de negro protagonista de "Black Sabbath", en una imagen solarizada. Al respecto se han elucubrado algunos mitos sobre la identidad de la mujer, que permanece en el misterio, aunque Tony Iommi alguna vez dijo que ella se había presentado en una tocada de la banda, de acuerdo a otras fuentes, su nombre era "Louise".
El lanzamiento de Black Sabbath ―el álbum― sucedió el viernes 13 de febrero de 1970 y fue un éxito. Llegó al número 23 de la lista del Billboard, donde permaneció por más de un año. Hoy su impacto sobre la escena es indiscutible, y a pesar de decenas y, en algunos casos, desastrosos, cambios de alineación sufridos desde la salida de Ozzy en 1979, el nombre y el legado creados por John Osbourne, Anthony Iommi, Terence Butler y William Ward permanecerá intacto de aquí a que se acabe el mundo… apróximadamente en 50 años.