Black Sabbath, maestros de la Realidad
Al escuchar por primera vez a Black Sabbath con Paranoid, en Radio 590 La pantera cuando tenía 13 años, descubrí que Black Sabbath era lo más impactante que había oído hasta entonces, corría el año de 1970. Sin embargo, el primer disco que tuve del cuarteto de Birmingham fue su disco debut, homónimo “Black Sabbath”.
Después de adquirir el sencillo de Paranoid, su tercer disco de larga duración, encargué a mis papás el “Master of Reality”, ya que viajaban a Estados Unidos, con la súplica de que por favor no lo fueran a guardar en una maleta. Tenía miedo de que se pandeara, como ocurría con los materiales que se utilizaban en los viniles.
Al final, el disco sí llegó en un velís, pero no hubo ondulaciones ni daños que lamentar.
Pocos placeres superan al de escuchar por primera vez el nuevo disco de una banda de la que eres fan, cuando no has escuchado absolutamente nada antes del mismo. Track tras track, sorpresa tras sorpresa por ambos lados del LP.
Pedí a mi papá que me tradujera la letra de “Children of the grave”, que por cierto le gustó, no así la música: “¿Cómo te puede gustar eso hijo? ¡Bájale al volumen!”, 1971…
Desde su arranque con “Sweet Leaf”, que se refiere a la mariguana, ya se presagiaba una obra maestra de heavy rock (la palabra “metal” aún no se incorporaba en el discurso musical), se hablaba de “rock pesado”, y vaya que lo era. No existía otra banda que se hubiera sumergido y explorado sonidos tan explosivos, detonantes y al mismo tiempo lúgubres, oscuros, tenebrosos y sombríos como Black Sabbath lo hacía.
Las letras de Master of Reality son evocativas a una realidad apremiante, agobiante, a veces deprimente y a la vez reflexiva, propositiva y reconciliadora. Su música es experimental e innovadora. La cadencia, distorsiones armónicas y riffs sumados a los contrastes de calma y pureza orgánica en la guitarra acústica de Iommi como en “Embryo” y “Solitude”, la llamada de auxilio y denuncia ante la destrucción del planeta hace 50 años en “Into the void”, que cierra la producción, hacen del Master of Reality un referente en la historia del rock en general y el del “metal” en particular.