Desde hace más de veinte años, México, Canadá y los Estados Unidos de Norteamérica han protagonizado uno de los acuerdos comerciales más importantes de la historia: se trata del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el cual, ha permitido un tránsito de mercancías, productos y ganancias de más de 500 mil millones de dólares.
A pesar de ello, para el hombre de las declaraciones nucleares, Donald Trump, este tratado es “El peor acuerdo jamás firmado por los Estados Unidos”, por lo que esta semana comenzó la primera ronda de renegociación que busca modernizar el acuerdo de más de 23 años.
En términos simples, la renegociación del TLCAN se da después de que Donald Trump amenazara con que Estados Unidos salga del tratado si México sigue siendo el único país beneficiado. Cuando Trump habla de beneficio, se refiere a que las empresas prefieren instalarse en México para obtener una “mano de obra barata”, lo que da como resultado que México produzca y exporte más que Estados Unidos, es decir, un déficit de 57 mil millones de dólares.
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La desigualdad no solamente es económica, tampoco es Trump el primero en afirmar que el TLCAN es un fracaso. Desde hace varios años las comunidades originarias de los tres países han denunciado las condiciones precarias en las que viven ya que invertir en el sector primario pasó a un segundo o tercer plano. La Central de Organizaciones Campesinas y Populares (COCYP), denuncia que actualmente importamos más del 50% de alimentos básicos, mientras que 8 millones de hectáreas del campo mexicano se encuentran en el abandono y quienes sobreviven en ellas sufren la más grave de las pobrezas. De las condiciones en que se mantienen las fábricas manufactureras ya ni hablamos, para prueba los miserables salarios. Algunas, como General Motors o Toyota han sido amenazadas por Trump: “Fabriquen en Estados Unidos o paguen un alto impuesto en la frontera”.
Esta primera ronda de renegociación está encabezada por Ildefonso Guajardo, Secretario de Economía de México; Robert Lighthizer, representante comercial de Estados Unidos y Chrystia Freeland, Ministra de Asuntos Exteriores de Canadá. Las cartas están sobre la mesa, la ciudad de Washington es testigo de cómo cada uno de ellos defiende los intereses de su gobierno en nombre de un país. La modernización apremia y se espera que la renegociación concluya a inicios del siguiente año.