Por Romina Ramírez

Con dos fechas consecutivas, el sábado 21 y el domingo 22 de septiembre, el rapero estadounidense Travis Scott transformó el estacionamiento del Estadio Azteca en el epicentro de la energía juvenil.

El Circus Maximus Tour logró reunir a 28 mil personas el sábado y a 22 mil el domingo.

Ignorando la lluvia, inundaciones, el tráfico, y haber viajado desde otros estados, la explanada se llenó de grupos de amigos, algunos viejos conocidos y otros que recién se hermanaron al disfrutar el show de Travis.

Las reglas del evento obligaban a los asistentes a dejar atrás una multitud de cinturones, paliacates y gorras al entrar al espacio, una prohibición que pudo haber arruinado muchos outfits. Sin embargo, destacó al verdadero accesorio de la noche: el sudor compartido entre amigos.

La espera fue larga; el trayecto hacia el recinto y el tiempo previo al inicio del concierto superaron la duración del mismo. Cuando Travis finalmente subió al escenario, la atmósfera cambió. El set tuvo canciones como “HYAENA”, algunas canciones de su último trabajo discográfico, “SICKO MODE”, “GOOSEBUMPS” y otros de sus grandes clásicos, convirtiendo la noche en una fiesta masiva.

Travis Scott se mostró como un cómplice en la fiesta, subiendo a varios fans al escenario a bailar y cantar. La pirotecnia iluminando el cielo, mientras el rapero se elevaba en el escenario. La energía se potenció al ritmo de “FE!N”, creando los famosos “mosh pits” en la multitud, aumentando en cada una de las seis veces que apareció esta canción en el set.

El sudor, los gritos y la emoción marcaron la noche. A pesar de las complicaciones, quedó claro que la música une. Circus Maximus se convirtió en un spot donde cada grupo celebró, todos al ritmo de un mismo latido.