Por Alan Luna
¿Quién es la persona que más les ha importado en el mundo? Aquella por la que hubieran podido morir. A la que le hubieran regalado el último pedazo de su pizza favorita. Por la que habrían dejado de ir a ver a su banda favorita si él o ella les hubiera dicho que, sólo por hoy, se quedaran a su lado. ¿A quién le habrían dicho la peligrosa frase: “por ti, lo que quieras”?
Con esa persona en mente, es mucho más fácil hablar de Dënver. Porque a Dënver se le escucha con el corazón en la mano y los pies en movimiento. Un dueto. Chilenos. Con los oídos educados por Michael Jackson, ABBA y Lionel Richie. Con temas que transcurren en San Felipe de Aconcagua pero que se pueden internacionalizar con el menor esfuerzo, los sintetizadores retro del dúo chileno han cruzado más allá de los Andes con el firme motivo de colocarse como una de las bandas más reconocidas de América.
https://www.youtube.com/watch?v=GIuHGJyyirQ
Alguna vez me platicaron su primera salida de Chile como banda. Fue a España, y como probablemente muchos sepamos —y algunos otros nieguen—, España es uno de esos países que todavía no recibe tan bien a los foráneos. Al llegar, a Milton y Mariana los detuvieron. Sin poder comunicarse, permanecieron en la aduana horas. Por algún vuelco del destino, la noticia llegó a sus fans españoles. Se organizaron y manifestaron para que los dejaran libres. Y ahí ocurrió su primera presentación fuera de su país y así —quizá por la leyenda, quizá por la propagación en los blogs especializados— Dënver comenzó a recorrer el mundo.
Desde Solenöide, el EP que circuló por San Felipe hasta que esto los catapultó a Santiago, la capital, hasta Fuera de campo, Dënver se ha caracterizado por hacer canciones con las que te identificas. La creación de imágenes que parecen sacadas de una película, la canción perfecta para la escena final, cuando los protagonistas se toman de la mano, ven al horizonte, y se avientan de la azotea del edificio más alto del mundo, tan sólo para levitar y dejarse llevar por el aire. Así podría sonar Dënver. O como cuando las palabras ya no fluyen, cuando las manos contra las suyas ya no son suficientes, cuando los besos ya son tan cotidianos que necesitan de un impulso extra para volver a ser especiales, ahí es cuando entran en escena las notas bien calculadas de los chilenos.
Y sí, son melosos, pero también saben cuándo detenerse, sacar el lado divertido de una fiesta, del sentimiento incomparable de valentía cuando se es un adolescente, de las contradicciones inherentes a la naturaleza de un ser humano que no ha alcanzado la madurez (aunque ésa tal vez nunca se alcance del todo). También hablan de decepciones, del miedo a encontrarse a alguien cuando fue tan especial y (quizá) lo sigue siendo, pero ya no es lo mismo, ya no tiemblan las manos por la desesperación de estar abrazados, sino por la angustia de encontrarse frente a frente.
O tal vez no importe que la persona más importante de su vida todavía no llegue, de igual manera, la música de Dënver podrá resonar en su cabeza, porque puede que en la nostálgica fiesta interna que logran crear, quizá escondida detrás de un vaso rojo, esté la sonrisa que ustedes más van a apreciar.
https://www.youtube.com/watch?v=5WguvYJRTvk