Por: @DEstebanezG
Hoy en día, en el trabajo o en tu escuela puedes notar, que a tu alrededor de entre el grupo de compañeros, hay por lo menos una persona que es rockera de corazón y en el fondo le gusta el metal, y que si bien no es un gran fanático, le agrada o alguna vez en su vida ha escuchado a Metallica. Aquel individuo seguramente también escucha casi todo el día este género lleno de doble bombo incesante acompañado de riffs ensordecedores de otras bandas, en su adolescencia seguro tenía el cabello largo, vestía de negro con playeras estampadas de bandas, tenía estoperoles, pulseras de cuero, cadenas en el cinturón y usaba el pantalón más destrozado que encontraba.
Este perfil de metalero no existía hace 30 años, era parte de un género y una escena naciente que tenía sus roces y batallas con otros estilos y géneros, peleaba por encontrar un lugar y una personalidad que la definiera. Ese mismo estado es en el que se encontraba Metallica.
Era 1984, para este año la mayoría de la industria del heavy metal y hard rock seguía fuertemente controlada por la escena pop comercial. El glam metal con bandas como Poison, Mötley Crue o Bon Jovi, que encabezaban las listas de popularidad y llenaban los principales escenarios, era la moda. Sin embargo en el mismo lado de la costa oeste, crecía cada vez más el número fanáticos de bandas que le declararon la guerra a estos géneros que se basaban en la estética, la vestimenta dragg, el dinero y la fama; y no tanto en la música.
Metallica ya había marcado su postura y dado el primer golpe con su álbum debut Kill 'Em All (Megaforce Records, 1983), un álbum lleno de guitarras estridentes y veloces, con letras críticas y un doble bombo de fondo, habían conformado la primera parte del sonido del trash metal; sin embargo la banda necesitaría más que eso para conformar un sonido propio.
En la formación de la banda ya se encontraba Kirk Hammett como guitarrista principal (ya que Dave Mustaine fue expulsado en el camino a grabar el primer disco) y Cliff Burton como bajista, por lo que ambos darían un giro a la composición de la música. El cuartel donde se grabaría el siguiente álbum sería los estudios Sweet Silence en Copenhague Dinamarca, ciudad natal del baterista Lars Ulrich. Más allá de que en esta locación haya sido grabado el disco de Rainbow Difficult to Cure, la razón principal por la que decidieron dar el siguiente paso tan lejos de su hogar, San Francisco, fue la económica.
De esta manera es como, con una banda de jóvenes de entre 20 y 22 años, que viajaban solamente con sus instrumentos, que no tenían nada de dinero o apoyo, que subsistían con una cerveza Carlsberg al día, y que a veces dormían en el estudio de día mientras grababan de madrugada, se concibió el álbum que sería la marca distintiva de la música de Metallica a lo largo de su carrera.
Sería el álbum que trascendería el trash metal, que haría de Metallica una banda que transgrede constantemente sus fronteras; la semilla en “Fade to Black”, una balada oscura que a medida que avanza, tanto las letras como la música entran en ciclos de intensidad y agresividad que van aumentando gradualmente. Le da forma a canciones de álbumes posteriores que actualmente son himnos de la banda en sus conciertos, como: “One”, “Nothing Else Matters”, o más reciente “The Day that Never Comes”.
Otra magnífica pieza de este álbum que marcaría un sello para canciones instrumentales posteriores de la banda sería “The Call of Ktulu”, basado en uno de los relatos del escritor de terror y ciencia ficción H.P Lovecraft, e introducido a la banda por Cliff Burton. La canción está conformada por una mezcla de variaciones musicales de 8 minutos 57 segundos que, al igual que en los relatos del autor, forman una especie de caos melódico con pasajes intensos de guitarras distorsionadas que concluyen en un final épico. Siendo también esta canción una de tantas que tendría de por medio un solo de bajo hecho por el mismo Cliff.
Otras instrumentales de Metallica similares: “Orion” (Master of Puppets), “To Live is To Die” (And Justice for All) , “Suicide & Redemption” (Death Magnetic).
Cliff Burton aportaría en el álbum una de las canciones más coreadas en los conciertos de Metallica y que sería un himno para todo bajista que tocara esta canción, “For Whom the Bell Tolls”, una pieza basada en la novela homónima de Ernest Hemingway, probaba que la habilidad de Burton iba más allá de ser el simple ritmo de una melodía, ya que cada que este tema era interpretado en un concierto se hacía una pausa para escuchar de manera solemne el talento puro expresado en un solo de bajo que hacía introducción a la rola. De ahí la tradición de que con Metallica o por cuenta propia cada bajista debía de interpretar un solo introduciendo a esta canción.
El álbum no dejaría de lado el sonido origen trashero de Metallica, con el que ya le habían dado la vuelta a la escena del heavy metal y con el que influyeron a toda una generación de bandas de este género, las guitarras estridentes y de alta velocidad con un doble bombo de fondo donde la relampagueante y enérgica voz de James Hetfield (guitarra y voz) atraviesa la canción como chirrido de ansiedad y adrenalina. Esto se puede escuchar en temas como: “Trapped Under Ice”, “Fight Fire with Fire”, “Ride the Ligthning” y en algunas partes de “Creeping Death”.
Uno de los tantos cambios que la banda experimentó en las lejanas tierras de Dinamarca, se encontraba en su forma de escribir las letras de las canciones. Aunque hasta ese momento seguía siendo James quien escribía los versos, los temas de inspiración variaban del disco anterior, en parte gracias a las aportaciones de los demás miembros, éstos iban desde pasajes bíblicos y pensamientos suicidas, hasta novelas e inspiración literaria, como es “For Whom the Bell Tolls” y hasta el mismo nombre del álbum, tomado de una frase de la novela que Hammett había leído de Stephen King, The stand. La manera de tratar diversos temas que van más allá del tabú de la sociedad estadounidense, sería algo que caracterizaría a la banda y en parte al metal en general, algo con lo que nunca se limitarían.
Esos casi cuatro meses de grabación de Ride the Lightning lo convertirían, como su nombre lo indica, en un relámpago de música potente, intensa y electrizante que tenemos que montar. Esa repentina retirada que Metallica hizo hacia Dinamarca después de una dura batalla en contra de la escena glam en la costa Oeste, hizo que el metal se redefiniera y encontrara otra vez un camino que había perdido hace tiempo en la música.
Ahora sabremos lo que cada oficinista o estudiante, que se pone sus audífonos y se pierde en cada verso acompañado de un intenso golpe de la batería en “For Whom the Bell Tolls”, o en las guitarras estridente y veloces de “Fight Fire with Fire”, logra captar, mientras en el fondo recuerda su adolescencia, donde utilizaba unos jeans oscuros con playera negra estampada y deslavada, estoperoles y cadenas en el cinturón, haciendo headbanging al puro estilo único de Mr. Cliff Burton.
