Sin aspavientos, con un ritmo inteligente y sutilmente sostenido, la presentación de la hija de los legendarios Gainsbourg y Birkin el día 27 de este mes en Madrid no dejó nada que desear. Acompañada de Connan Mockasin y su banda, alternó con ellos practicamente todos los instrumentos y, con la misma elegancia y modestia, se colocó tanto al frente del escenario para interpretar su propio repertorio, como en el trasfondo para acompañar con su voz y distintos medios el material de su colega neozelandés.
Descalza y sencillamente ataviada de blanco, como una melancólica sirena varada en la urbe, la Gainsbourg hizo que la concurrencia experimentara una inmersión completa en su universo acuático y fugaz. Pese a que el público le fue escamoteado por una semifinal de fútbol, quienes asistimos al Circo Price fuimos hipnotizados por una voz que, insinuada apenas, nos llevaba desde arrecifes y pasos azotados por el viento, a callejuelas de tenue luz y claro ambiente bohemio, pasando por el glam epocal de su versión de Ziggy Stardust.
Su nueva placa de título Stage Whisper y producida por Mockasin se puede entender como un recorrido por todos los puntos de su ya consolidada carrera, de ahí la continuidad que se sintió en un playlist exquisitamente armado con lo mejor de su patrimonio anterior. Pero este nuevo LP aporta unas cuantas interesantes adiciones que miran hacia atrás, hacia las trayectorias de sus progenitores, especialmente en los 70's y hacia adelante, hacia un pop futurista y minimal. Así, a sus anteriores entregas, se suma una lograda propuesta que confirma que esta interprete sosegada y menuda, capaz de encarnar tanto a Jane Eyre como a un avatar femenino del Anticristo será una de las grandes del siglo XXI.