Una paleta de cuchillo: Messer Chups en la Ciudad de México.

Fotografías de Paulina López.
El sábado por la noche, después de la primera presentación de Messer Chups en la CDMX en el  Nuevo Foro Hilvana, sabía que lo que había visto no podía ser todo lo que la banda tenía que ofrecer. Tal vez la larga y continua gira tuvo su efecto, especialmente con Zombierella, bajista, quien parecía estar haciéndole un favor al público al pararse en el escenario - asistentes a sus presentaciones en Puebla y Cuernavaca comentaron que su actitud fue insufrible -, mientras Oleg Gitaracula y Dr. Boris daban lo mejor de sí, a pesar del evidente cansancio. El Nuevo Foro Hilvana recibió con un sold out al legendario trío, y en la atmósfera de la noche reinaba una sensación de emoción por la oportunidad de poder experimentar en directo a un gran talento que desde su primer álbum en forma, Miss Libido (Solnze Records, 2000), capturaron la atención de los escuchas por su frescura en una escena que puede sufrir de originalidad.

Messer Chups es el hijo creativo de Oleg Gitarkin, líder y genio, ruso, guitarrista espectacular, bajista y tecladista. Pero sobre todo, visionario. Su trabajo siempre se ha caracterizado por emplear métodos de collage de audio para crear capas de sampleos de filmes de horror, caricaturas y diversas fuentes. Recortes de diálogos, scores de películas, y grabaciones históricas rusas destacan sobre una excelente composición musical que combina surf rock, rockabilly, horror punk y lounge. Esta gran combinación de elementos hace que sus discos sean algo fuera de serie, placas que demuestran mucha creatividad, madurez y expertise en cada uno de los instrumentos, una B-movie de casi dos décadas de duración.

 

Bride of Atom (Solnze Records, 2000) y Vamp Babes (Solnze Records, 2001) dejaban en claro el ADN de locura musical que la banda mantiene hasta el día de hoy, con samples de eyaculaciones y películas de terror. Black Black Magic (Solnze Records, 2002) contaba con un nuevo instrumento, el theremin, que muestra una evolución en su sonido, y para 2005 vendría el álbum que muchos consideran su obra maestra, Crazy Price (Solnze Records), con el que se convirtieron en leyenda. Más álbumes vinieron con el tiempo con el sello característico de la mente de Oleg, pero también dando más importancia a la voz de Zombierella, buscando también refrescar nuevamente su estilo.

 

El setlist de la noche recorrió toda su carrera. La gente estaba dispuesta y la noche fluyó muy bien, con el público mexicano gritante, bailador y participativo en el slam, como se le caracteriza. Dr. Boris, baterista chileno que se unió al grupo hace seis años, sorprendió a todos cuando habló en español perfecto, y contactó bien con la audiencia. Un gran solo nos permitió apreciar sus capacidades. Pero Oleg es otra cosa. Sus guitarras hablan, platican, murmuran, gritan, insultan, matan y reviven. En muchos momentos, pareciera que son dos guitarristas. El trémolo es una de sus armas favoritas, y sus seis cuerdas dicen mucho más que las palabras.

El audio no fue excelente, pero cumplió. A mitad del set, Zombierella bebió fuerte de la botella de Jack Daniels, bajó del escenario y caminó entre el público hacia el baño, mientras Oleg y Boris esperaban. Se equivocó en un par de ocasiones, y retomaba los riffs con desgano, como queriendo salir ya de ahí.

 

Y cuando todos bailaban y pedían “¡otra, otra!” - tres veces regresaron al escenario hasta que Dr. Boris tuvo que decir “ya no tenemos más canciones, ya fue, muchas gracias” -, yo pensaba en que algo faltaba, en que Messer Chups es más de lo que experimenté esa noche. Y parte de eso eran los sampleos y demás intervenciones sonoras que hacen sus discos tan especiales, pero que no están tan presentes en vivo. Entonces, decidí darme otra oportunidad para poder disfrutarlos más, para no quedarme con esta sensación de extrañeza. El show del Foro Bizarro del martes por la noche, también sold out, me redimió. Este espacio, más pequeño, ofreció un mejor audio, más poderoso, más íntimo. Y ahora sí podías ver sonrisas en los rostros del trío tras cada respuesta del público por sus interpretaciones. Más frescos y relajados, el show fue todo lo que debió haber sido, en ejecución, en calidad de sonido y en actitud.

 

Su versión del tema de Twin Peaks es una joya, reconocida y muy aplaudida por el público. Los visuales, cargados de imaginería B-movie y monstruos vintage, generan un mood perfecto para la música. “Qué gran público”, dijo Dr. Boris al micrófono, un público que bailó sin parar y disfruto enormemente la calidad de músicos que son Oleg y Boris. Zombierella cumple muy bien con su papel, y su actitud es como la de su nickname, un zombie. Pero hasta ella no pudo evitar sonreír con la respuesta de la gente. Al final de la noche, me fui tranquilo, contento y satisfecho por haber conectado completamente con esta música que tanto he disfrutado en mis audífonos o en el auto a través de los años. ¿Y los sampleos? Ya no importa, fue tal la fuerza de su interpretación y entrega que no repare en ello.            

Messer significa cuchillo en alemán. Chups viene de la marca Chupa Chups, las famosas lollipops. Una paleta de cuchillo. Gran nombre, acertadísimo para lo que nos hacen sentir. Algo que disfrutas enormemente mientras te corta.     

 

 

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