Por Dulce González
México posee una abundancia extraordinaria: es considerado como uno de los 12 países más diversos del mundo, alberga a casi el 12 por ciento de la biodiversidad mundial sin olvidar que somos considerados como la segunda nación con más ecosistemas en el planeta de acuerdo con la UICN.
Un estudio realizado el año pasado por el CONEVAL, señala que 28 millones de mexicanos padecen inseguridad alimentaria, estas cifras son alarmantes, ya que constituyen casi una cuarta parte de la población nacional.
Pero esto no es todo, de acuerdo al Director General de la AMBA, Antonio Magdaleno Velasco, en México, DIARIO se desperdician alrededor de 31 mil toneladas de alimento, que si lo multiplicamos por los 365 días que conforman un año, son 11,315,000,000 (once mil trescientos quince millones) toneladas de desperdicio, es decir, si fueran una orden de 5 tacos preparados de un peso aproximado de 250 gramos, podríamos alimentar tres veces al día durante un año a 41,333,333,333 (más de cuarenta y un mil millones) de personas (que equivaldría a alimentar de tacos a casi 6 veces a la población mundial) una cantidad inaceptable en un país que tiene más de 50 millones de personas en situación de pobreza.
Lamentablemente, quienes resultan más afectados son los niños y niñas que tienen que vivir bajo estas circunstancias, porque tal como lo mencionó el viernes pasado durante su exposición la Dra. Teresita González de Cossío Martínez en el Primer Coloquio sobre Estrategias para Reducir la Inseguridad Alimentaria, en la Universidad Iberoamericana: “Una mala alimentación temprana detiene el desarrollo cerebral, fomenta la producción de déficits, autismo, problemas cardiovasculares e incrementa casi 3 veces las probabilidades de que el infante sufra de obesidad tardía”.
Más allá de las dimensiones éticas de todo esto, los costos sociales, humanos y económicos para la sociedad son enormes, ya que afecta directamente la pérdida de productividad, salud, bienestar, disminución de la capacidad de aprendizaje y la carente realización del potencial humano.
Sin embargo, en el Panel “Estrategias para reducir la inseguridad alimentaria; Sector Privado y Sector Civil en Colaboración” que se realizó durante el mismo coloquio, tienen presente esta problemática y están en búsqueda de una solución, así nos lo hicieron saber los ponentes invitados:
“Las empresas tenemos que cambiar la visión… A veces, cuando realizamos alianzas, pensamos más en el branding o en la marca, en lugar de pensar en lo que puedan lograr o hacer como marca” -Lic. Gisela Noble Colín, Directora de la Fundación Walmart México y Responsabilidad Social Corporativa de Walmart México y Centroamérica.
Por su lado, el Lic. Jorge Contreras Santiago, Director de Inversión Social de Nacional Monte de Piedad IAP comentó: “Es un problema tanto público como privado y refleja un grave problema en las políticas públicas de México”.
El Ing. José de Jesús Berlanga de la Peña, Gerente de Fundación Lala, aseguró que “el compromiso de nuestro sector empresarial es aportar ideas, propuestas, mano de obra y capital para cambiar nuestro país”-
Finalmente, la Lic. Francis Pérez Arróniz, Directora de Creación de Valor Compartido de Nestlé México, explicó que “las alianzas estratégicas con empresas, sirven para saber qué hacer con los productos y alimentos que ya no pueden ser comercializados pero que conservan su calidad para poder ser consumidos”.
Es evidente que falta mucho por hacer, entre los elevados costos de los alimentos, la degradación de los recursos naturales, la globalización, el consumismo y el cambio climático son solo unos cuantos retos a los que nos enfrentamos hoy en día para fomentar la seguridad alimentaria. Y es que si se regulara de alguna manera (multas, recargos, detenciones, etc.) la cantidad de desechos que producen las industrias y la población moderara la adquisición de comestibles, podríamos suponer una verdadera e importante diferencia.
¿Te imaginabas todo lo que implicaba el tirar a la basura ese pedacito de sándwich?
