"St. Vincent" - St. Vincent

Por Aline Terrein  

Hay proyectos que dejan claro por qué un artista, en este caso un músico, hace lo que hace. El cuarto álbum de St. Vincent muestra el lado más intrépido de Annie Clark y eso lo coloca con facilidad dentro de esta categoría artística y genuina. En este disco homónimo, Clark se suelta y crea música totalmente audaz. Esta influencia se la agradece a David Byrne y al trabajo que hicieron juntos en Love This Giant (2012).

Es raro que St. Vincent se haya tomado cuatro discos para lanzar un álbum homónimo, ya que por lo general y con otras bandas, esto sucede en el primero o segundo proyecto. Después de una larga trayectoria musical, al parecer la cantante regresa a sus raíces y neutraliza su obra. Por si fuera poco, Clark regresa a un sello “menor”, Loma Vista/Republic, después de haber estado bajo el techo del poderoso 4AD por un buen rato.

St. Vincent deja atrás la idea de lo que debería ser una melodía, juega con instrumentos –como con la pequeña montaña rusa por la que suben y bajan los sintetizadores en “Rattlesnake”– y se desata en los temas de sus canciones. Esta liberación queda clara en “Prince Johnny” ya que aquí, Clark compone una oda a un príncipe del Reino Unido. En esta pieza, St. Vincent muestra que hay mucho más detrás de una persona que lo que aparenta, como sucede con "Johnny" John Charles Francis, que sólo quería ser aceptado por su familia.

Annie Clark no se limita y se burla abiertamente de la adicción por parte de la "Generación Y" a las redes sociales en “Digital Witness”. Este track relata perfecto el abismo en el que se supone que los jóvenes se hunden día a día. Adentro de este abismo están situaciones como las expectativas de tener montones de likes y otros elementos francamente ridículos que hacen a Clark declarar con desdén que nada vale la pena a través de la frase: “what’s the point of doing anything.” St. Vincent da a entender que hoy en día uno no “piensa y por eso es” (concepto filosófico de Descartes) y presenta la idea de que el humano digital actualiza las redes sociales y entonces existe. Entre todo eso, la locura detrás de una audiencia alienada prevalece como leitmotiv del álbum.

“I Prefer Your Love” presenta otra pequeña burla. En este caso, St. Vincent plantea que hay amores más importantes el propio Jesús: “I, I prefer your love/To Jesus”, pues según Clark, uno de estos cariños más valiosos es el maternal. Como una Suma Sacerdostisa que puede hacer lo que le viene en gana desde su trono rosa, St. Vincent también juega con la letra y esto lo deja claro en “Huey Newton”. Al inicio de la canción, Clark canta puras palabras sueltas en vez de versos en un ambiente casi dadaísta: “Feelings/Flashcards/Fake knife/Ketchup”. Curiosamente, relaciones entre sílabas que salen de esta lista tienen un significado escondido y redundante, como que se necesita catsup para sacar sangre falsa de la herida falsa que causaría un cuchillo falso.

En cuanto a la instrumentación, se trata de aparatos con los que Clark ya ha trabajado desde hace años (guitarras, sintetizadores, teclados, bajos, violines, trompetas, flautas, clarinetes y muchos más) y por más que la música del fondo sea tan prodigiosa por su cuenta, St. Vincent siempre la relega a un segundo plano con su voz, que tiene una egocéntrica y preciosa prioridad. De cualquier forma, es justo esta extraña manera de usar los instrumentos la que tanto sorprende. Por lo general, el escucha se acostumbra a tener cierta expectativa de cómo es una canción con sólo ponerle atención los perimeros segundos, pero St. Vincent rompe con ese juego de suposiciones y adivinanzas mientras muestra un lado experimental y entrega un producto innovador y auténtico. Los licks de guitarras distorsionadas, las segundas voces y las trompetas están presentes a lo largo de todo el álbum; su posible propósito, mantener la ilusión de estar dentro de un sueño surrealista y difuso de Annie Clark.

Discos como St. Vincent rompen con todas las barreras y reglas –no escritas– que definen la música actual. Y justo ese toque original es el que logra conquistar a la audiencia. La artista se reanuda, hasta cambia su look por una nueva estética muy à la Albert Einstein y entrega una imagen atrevida y sensual de lo que significa ser St. Vincent. Al soltarse, dejarse ir y crear un álbum sin ningún miedo –como le mostró David Byrne que se puede hacer– Annie Clark le deja en claro al público y al mundo de la crítica por igual que más que tratase de una persona que hace música y ya, ella es toda una artista consumada en el más puro sentido de la palabra.

PODCAST ACMX 125

17 a 23 de febrero