Mulholland Drive es, cinemática y musicalmente hablando, un largometraje envolvente y asfixiante, presentado en un contenedor oxidado de profunda melancolía y tristeza. David Lynch, (director) y Angelo Badalamenti (compositor musical) parecen operar constantemente bajo el mismo esquema cuando se trata del espectador: hacerlo sentir solo, abandonado, con una sensación contraria a lo ubicuo, como si éste no existiera, equipararlo a un nimio. El esfuerzo más conocido de Badalamenti es Twin Peaks, pero Mulholland Drive se encuentra en otra etapa: mientras la música de la primera nos transporta al sueño idílico norteamericano, el score de la segunda más bien alude a la pesadilla estadounidense, a los callejones sucios donde se esconden nuestros más sórdidos deseos y ominosos miedos. El soundtrack de esta película está compuesto de, principalmente, piezas ambientales-experimentales de Angelo Badalamenti, aunque también hay otros cortes de jazz y bop entre otros. El ambiente sonoro es algo muy al estilo del lado perturbador de Lynch: drones inquietantes, sintetizadores tétricos y un ambiente fantasmagórico, como de una presencia malévola que acecha al espectador. El concepto de “silencio” es un tema seminal para la película, y las piezas de Badalamenti son más bien eso, silenciosas. No obstante, no lo son en un sentido de calma, más bien son un silencio desesperante, como un grito ahogado y necesitado de ayuda. El suplicio que atraviesan los personajes de Mulholland Drive es representado de manera fiel a través de composiciones melancólicas, con una misma sensación irresoluta.
Por último cabe mencionar que Angelo Badalamenti no sólo compone la música sino también fue el supervisor de las canciones externas. Clásicos como “The Beast” de Milt Buckner o “I’ve Told Every Little Star” de Linda Scott tienen una presencia importante en la película. Sin embargo todas éstas se ven opacadas por la más notable de todas: una versión a cappella de “Crying”, de Roy Orbison, interpretada por Rebekah Del Rio. Probablemente ninguna otra pieza musical logre capturar el sentimiento de abandono y desolación, que tanto permea en el filme, como esta cruda y desgarradora canción.
Mulholland Drive se promocionaba como “una historia de amor en la ciudad de los sueños”. Haría falta agregar que este amor está rodeado de los más siniestros terrores.