Por Claudia Jiménez
El 7 de septiembre es el Cassette Store Day… Dios, por qué nos abandonaste. Nací en los ochenta y me tocó crecer grabando y mezclando ejercicios de juguete en cintas, también elaboré mixtapes y me sentaba por horas a escuchar lo que grababa y ponía especial atención a la música y las canciones y con eso construí discursos de amor, odio, paisajes y hasta "obras de teatro". También tuve un Walkman y también lo amé con pasión. No lo niego, el cassette es adorable, proponía prácticas muy profundas en el vínculo del escucha con la música, y además nos dejaba participar. Pero, más allá de su carácter nostálgico, ¿qué bondades tiene este soporte para ser rescatadas a nivel masivo? Yo necesitaba que alguien me lo explicara porque, hasta donde entiendo, el cassette hoy en día es más críptico que accesible y me gustaría que permanezca como hasta ahora: como statement estético, valuado en nichos coleccionistas y circuitos muy específicos y especializados; pero no como tendencia. Es una humilde opinión conservadora y elitista.
Para la elaboración de este post aprendí muchas cosas que me platicó Hugo Quezada, mente maestra de la banda Robota, productor y ex alumno de la Red Bull Music Academy. Él me contó que en realidad la cinta es una especie en peligro de extinción: las cintas que se hicieron ya se hicieron y no queda más futuro para ellas que lo que ya existe, ya no se produce más cinta en el mundo. Lo que queda son iniciativas DIY de los noiseros y los punks – que reciclan cintas y así editan sus cassettes – y los resabios de la producción de la época de oro del formato. Sí hay un stock de cintas, pero esto es como si habláramos de usar piel de jaguar para hacer abrigos. Además es un formato que en cuanto a registro no es mejor que el vinilo, no soporta con buena definición los graves, por ejemplo. Siendo así, concluí que el cassette además de agonizar, tiene mucho que perder frente a otros: los formatos digitales tienen todas las ventajas de abaratamiento de costos y espacio y tiempo (aunque en detrimento de la calidad por la compresión y eso), y el vinilo tiene todas las ventajas estéticas de registro impecable y completo.
Es verdad que recuperar el nostálgico amor por el cassette puede ser una idea bastante romántica y llamativa, pregúntenle a sus coleccionistas. Algunos podrían hasta pensar que es la tendencia que le sucede a la fiebre del vinilo. Yo qué sé, igual y en unos años ando matando por recuperar mi Walkman y queriendo olvidar este artículo, pero en realidad parece una causa perdida, una exponencial, por cierto.
Y con esto ha de estar de acuerdo Hugo, quien incluso me dijo que es como acariciar a un vagabundo. Él habla con conocimiento de causa porque el debut de Robota es un cassette editado en 2009, esto hace que él me parezca una de las personas más confiables y acreditadas para hablar en contra o a favor de este formato porque, encima, su cassette tiene un discurso estético contundente y firme que me parece que lo justifica como objeto.
En 2004 Robota se metió al estudio a grabar los 10 tracks que componen su disco/cassette debut. En ese entonces él no sabía que sería un cassette, en realidad el “sueño guajiro” era hacer un vinilo; tampoco sabía que tardaría tanto en verlo nacer. El disco de Robota quedó en la “congeladora records” por más de 5 años gracias a una serie de hechos desafortunados al estilo de The Little Rascals entre sus productores Bona y Martin Thulin y el auge del indie que hizo que en el estudio le dieran prioridad a los discos de Evil Hippie, el disco solista de Martin Thulin y varias bandas de Nuevos Ricos. Pero él no sabía que el destino tenía planeado algo más fructífero y nostálgico para él.
En 2008 terminó por encontrar, casi en la esquina de su casa, una de las más grandes maquiladoras de cassettes para la industria (maquilaban los discos de Daniela Romo y así). Esto lo cuenta convencido de que aquello no fue más que un gran hallazgo afortunado, porque durante su infancia y adolescencia su relación con este formato fue más que idílico. Como muchos de su generación Hugo pasaba horas en su casa grabando cintas de una a otra, y luego a otra, y a otra… Pasaba su tiempo escuchado cassettes, y en el camino armaba, sin saberlo, sus pininos más primigenios como productor. Entonces cuando llegó a esta maquila la encontró atendida por una viejecita que todavía tenía unos cuantos kilómetros de cinta que en aquel momento usaba para maquilar las cosas de las órdenes cristianas y que no sabía muy bien con quién se estaba metiendo porque si hubiera escuchado a Robota probablemente lo hubiera agarrado a cuerazos. Ese es el personaje al que Hugo le pidió que le maquilara su cassette en 2008, y probablemente fue uno de los últimos que esa señora maquiló… ¿qué tan hipster es hipster? Ahí tienen su Cassette Store Day.
Sacaron 500 copias cuyo arte fue hecho a mano y pieza por pieza – tal y como lo dictaban los cánones estéticos de moda en ese entonces – por Israel Meza, un viejo camarada suyo que, con el paso de los años, se convirtió en uno de los artistas jóvenes mexicanos con mayor reconocimiento internacional y esas cosas de los circuitos de artsy fartsy (pero la verdad es que esto lo digo nomás por sonar muy irónica porque sí que es muy bueno).
Lo que el cassette deja escuchar son 10 piezas que más que canciones son como ejercicios sobre ciertos temas, ideas que después se desarrollaron y se convirtieron en lo que fue el segundo release de Robota, editado en vinilo, el Vulgar display of Power. Cualquiera que sabe quién es Robota sabe que lo que se expresa en estos ejercicios son sonidos ásperos y oscilantes sacados como con extractores de sintetizadores y demás aparatos analógicos y modulares.
Así fue como Robota lanzó un icónico objeto del undreground mexicano. Sobre el arte: hay 5 versiones de la caja (desgastadas a mano, una por una) en diferentes colores, todos bajo un discurso que –apunten bien esto, por favor – no trata sobre robots femeninos sino sobre relaciones corporales entre hombres y máquinas. Las prótesis de las portadas de las cajas sugieren una relación de simbiosis maquinal y trabajo extensivo que es una constante en el discurso del grupo y que refiere, incluso, a la cruz de su parroquia. Robota en polaco significa: máquinas autómatas haciendo un trabajo o una acción repetitiva. Así define Hugo al kraut rock.
Gracias a Hugo Quezada por la entrevista. La música la pueden descargar directamente desde su bandcamp, pueden contactar a Hugo en Twitter: @rob0ta para conseguir una copia en físico del cassette.