LUZIA: el sueño mexicano de Cirque du Soleil
Un escenario tapizado de flores de cempasúchil recibe a los espectadores al entrar a la gran carpa Soleil. Al fondo hay un disco metálico con luz tenue. Se escuchan cigarras y se perciben olores dulces: el lugar está en calma.
Poco a poco ciertos personajes se hacen presentes entre las butacas. Rodrigo de la Mora, el guitarrista y uno de los pocos mexicanos en esta producción es el primero en salir, acaricia las flores y se sienta, comienza a tocar la guitarra. A su derecha juguetean colibríes entre las personas que aún buscan sus lugares. Un luchador en traje se pavonea. Después de unos minutos todos se van, las luces comienzan a apagarse. Se anuncia un vuelo que nos da la bienvenida: “Señoras y señores, soy su capitán, el piloto Adolfo Domínguez. Están a punto de realizar un salto en caída libre, se les pide abrir su paracaídas a diez mil pies de lo contrario no podremos ayudarles.”
Se escucha el avión alejarse y aparece un turista a la mitad del escenario haciendo un salto. Su paracaídas no abre y un paraguas es su salvación. Cae en el campo de flores. Al incorporarse, se acerca a una llave de cuerda que está cerca de él. La gira y suenan campanas. Todo el recinto se enciende en luces doradas y la música de guitarra y coros anuncian la llegada veloz de una mariposa monarca y un caballo metálico que corren con emoción. LUZIA ha comenzado.
Fotos: Esteban A. Catalán
El show lleva en un recorrido por distintos escenarios de México, abordados desde una perspectiva onírica donde la luz y la lluvia funcionan como deidades y guías para un turista, quien es el personaje principal.
El show abarca varios escenarios: una cantina poblada por animales y seres fantásticos, los barrios populares y los clásicos juegos de futbol callejeros, flores en el desierto, una feria, rituales de ayahuasca en la jungla, cenotes, entre muchas otras experiencias. Los espectáculos están acompañados constantemente de música interpretada en vivo por nahuales de traje. También hay figuras de cactus y peyotes torpes que dan el toque cómico, paseándose por el escenario.
Las imágenes plagadas de referencias a la cultura mexicana son el meticuloso resultado desarrollado por Daniele Finzi Pasca y Julie Hamelin Finzi que colaboraron con el mexicano Eugenio Caballero. De acuerdo a Caballero, se esforzaron para que las imágenes representadas no fuesen las imágenes típicas que se tienen de México, ¿con qué objetivo específicamente?
La producción de LUZIA inició en 2014 después de haberse firmado un convenio entre la Secretaría de Turismo y Cirque du Solelil. Este show funciona para promover la marca México en el extranjero por lo que el gobierno mexicano apoyó a la producción con 47.4 millones de dólares (119.8 millones de pesos en aquel año). Sin embargo, la cifra desató polémica, ya que el presupuesto supera cuatro veces la cantidad del dinero otorgada al proyecto para desarrollo de cultura en el país. Más de 40 actores, incluyendo a Daniel Giménez Cacho y a los hermanos Bichir, enviaron una carta dirigida al presidente Peña Nieto en 2016. La deuda fue liquidada en mayo de este año, un año antes de lo pactado con el Cirque du Soleil. Se prevé que el espectáculo recorra el mundo hasta el 2023.
Fotos: Esteban A. Catalán
Este no es el primer show de Cirque du Soleil donde se aborda la cultura mexicana. En la Riviera Maya se presenta de forma permanente JOYÀ. Este espectáculo es resultado de la colaboración con Grupo Vidanta, con quienes también abrirán sus primeros dos parques temáticos el próximo año en Nuevo Vallarta.
Sin embargo, LUZIA es el primer show de la compañía en estar completamente inspirado en un país, además también es la primera vez que una cantante mexicana pisa el escenario: Majo Cornejo, quien junto a Rodrigo de la Mora en la guitarra, son el alma mexicana que le da ritmo al show. Otros mexicanos que participan del espectáculo son Diana Ham que presenta un acto de pole dance y Gerardo Ballester Franzoni, quien es el marionetista principal.
No se puede negar que LUZIA es una producción de primer nivel con actos que conmueven: un retrato surrealista para los extranjeros pero con elementos tan cotidianos y fantásticos que cualquier mexicano se podrá sentir relacionado. Sin duda es la carta de amor que este país merece.