[Reseña] The Black Keys- Indigo Meadow

En la última década, la psicodelia sesentera ha entrado en un auge y se ha expandido por todo el mundo. Existe una clara nostalgia por el movimiento hippie y las experiencias lisérgicas que sucedían constantemente en esa época. Por este motivo, efectos electrónicos como el delay, los ecos en las guitarras, y un feedback constante han tomado un segundo aire, a la par que la estética desprolija del pelo largo y colores fosforescentes también ha crecido a tambor batiente. Lo más interesante de todo es que se crea música “vieja” con la ayuda del crecimiento tecnológico en la industria musical que ha ofrecido una nueva gama de posibilidades para procrear microcosmos ajenos a la realidad.  Estamos ante un periodo donde un olvidado ser se regenera a partir de nuevas herramientas y visiones artísticas. Un perfecto ejemplo de cómo el ave fénix renace de las cenizas.

The Black Angels se gestaron en Austin, Texas, una gran urbe de hierro que no deja mucho espacio para tórridos viajes imaginativos. A pesar de lo anterior, empezaron a ganar reconocimiento gracias a una compilación de Northern Star Records llamada Psychedelia #1 (2006), y luego confirmaron su calidad con su primer disco Passover (Light In The Attic, 2006) gracias a una psicodelia notable que recordaba a bandas como The Warlocks o The Grateful Dead.

 

 

En este 2013 llega la cuarta producción de The Black Angels, Indigo Meadow (Blue Horizon), que es un gran jardín lleno de flores psicodélicas que remiten a la ideología de “amor y paz” de los sesenta. Este disco abre con “Indigo Meadow”, una composición en la que se observa que el objetivo de la banda es trasladar al oyente a un mundo alterno donde no hay gravedad y reina la distorsión.

El sencillo “Don't Play With Guns” resulta bastante efectivo ya que el vocalista Christian Bland demuestra su calidad vocal y canta en diferentes tonalidades. Al principio su voz mimetiza a Jack White, y luego se transforma al compás del sintetizador volviéndose más aguda y punzante. Esta composición acaba con un jam de 30 segundos demasiado ácido que recuerda a las fiestas de Ken Kesey– escritor y puente ideológico entre los beatnik y los hippies– y su pandilla de “Alegres Bromistas”.  

The Black Angels - Don't Play With Guns from Blue Horizon on Vimeo.   En este albúm no todo se encuentra enfocado a la psicodelia, ya que también existe una fuerte influencia de heavy metal clásico. Esto se puede apreciar en canciones como “Evil Things” donde la implementación cruda de los instrumentos hacen recordar a Black Sabbath. Por otro lado, “Holland” cuenta con sintetizadores a la Richard Wright, y una tonalidad de rock progresivo que crec periódicamente.

Pero lo que más destaca en el disco es una constante reminiscencia del siglo pasado. “The Day” y “Love Forever” son composiciones realizadas para navegar en viajes oníricos llenos de ecos, y que fácilmente pudieron ser escritas por Syd Barret. Por otro lado, la sinestesia se hace presente con composiciones claramente lisérgicas como “I Hear Colors (Chromaesthesia)” donde se percibe un sonido raga-rock,  y “Twisted Light” que genera una sensación vacilante de borrachera.

Indigo Meadows cierra de manera perfecta con “Black Isn't Black” un track donde se combinan todo tipo de nostalgias. La introducción de la canción es un blues sosegado que es dirigido únicamente por una guitarra. Luego sucede un fuerte rompimiento donde altivamente la composición se convierte en el mejor ejemplo de psicodelia; un momento donde bajo y guitarra hacen el amor y se van quedando inaudibles lentamente.

Nunca se podrá concluir la discusión de si la música del pasado era mejor, debido a que existen diversas posturas,  y es arcaico comparar sonidos sin conocer la vigencia que tendrán los sonidos actuales. Sólo queda recostarse y admirar esta combinación de licor añejo con sabores nuevos.

 

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