Por Wacha Sin importar marchas, las amenazas de inundación, el hype y la apatía generalizada, el Mercado Negro abrió nuevamente sus puertas para su sesión 22.
Para comenzar el deleite, en punto de las 23:00 horas El Triple Filtro subió al escenario. Una banda compuesta por integrantes de orígenes diversos pero teniendo la armonía como punto de reunión. Armados con nada más que con sus canciones y una televisión viejita en la que se transmitieron visuales, ETF nos sorprendió por la nitidez de su sonido en vivo y los periodos de frenesí sonoro que caracteriz a sus interludios. La agrupación toca un pop elegante, explosivo y melancólico cuyas melodías plagaron a los asistentes de nostalgia.
Posteriormente DDA castigó a los asistentes con su poderosísimo shoegaze, regalando tinitis a los asistentes como si se tratara de una promoción implícita. EL volumen que manejó DDA seguro rompió un par de artículos del reglamento de protección civil. DDA es una banda que toca un shoegaze tan fuerte que podría parecer que una pared sonora atesta un monótono golpe con cada ola sonora y deja al público desconcertado pero con ganas de más. Fue con está iniciativa tan sadomasoquista que arrebataba al cuerpo de todo control sobre sí mismo y lo sumergía en una especie de manipulación motora/sonora parecida a un extraño baile ritualistico. La banda chilanga es un arma poderosa y no dudan en subirle hasta 11 con el fin de manipular a su público cual marionetas de ruido.
Para finalizar la noche Marco Polo Gutiérrez, también conocido como Siete Catorce tomó sus pads para impartir una hermosa cátedra de teoría musical avanzada. Beats que se transformaban en ruidos, ruidos que componían melodías, baile descontrolado y headbanging aristocrático fueron algunos de los elementos presentes durante la presentación de esta joven promesa originaria de Mexicali. Fue necesaria solamente una hora para que este joven convenciera a los asistentes de la inigualable y exquisita cantidad de talento que tiene. Los ánimos subían así como la temperatura, los sentidos perdían la orientación y después de un breve momento de silencio y desconcierto total, “Meta y Dinero” pieza máxima de la agrupación Coapeña Los Blenders sonó a todo volumen a manera de despedida a través de las bocinas del Imperial.