Por @lalodiazvalerio
Existirían dos tipos de arte conceptual: el que exagera y el que fragmenta. Los dos buscarían algún tipo de revelación, sin duda. Sólo que mientras el primero encuentra en el disfraz y la ironía el vehículo ideal de su crítica, el último utiliza la dispersión y la confusión de sus elementos como potencializadores de su “State of the Art”. (No significa que no puedan tomar prestado uno del otro, sólo que sus orígenes tienden a esos principios) Daniel Lopatin de Oneohtrix Point Never es un buen ejemplo de esta última clasificación: Su trabajo se ha encargado de mostrar las dinámicas del mundo hiperreal que habitamos a través de un caótico y angustiante kaleidoscopio en donde la memoria y la representación juegan un papel definitivo.
Con James Ferraro, las cosas suceden de manera muy distinta. En sus inicios, cuando todavía pertenecía a The Skaters, su consistía en un distópico paraíso Dadá en donde palmeras, cocos y visiones post-apocalípticas venían a colación por la bocina de un Casio de segunda mano. Posteriormente, encontraría una fascinación particular en el pastiche, concentrando su imaginario en las dinámicas corporativas de Starbucks, Second Life, el yogurth congelado y algunas otras prácticas posmodernas. Lo que Ferraro había construido con Far Side Virtual era radicalmente diferente a lo que Lopatin trataría de hacer ese mismo año con su álbum Replica y que resume un poco los dos espectros conceptuales de estos artistas: Para Lopatin, el mundo es un gran pretexto para decir (y componer) un montón de cosas; para Ferraro, en un mundo en donde el pastiche se ha vuelto el pan de cada día, la imitación y el exceso parecerían ser las únicas formas de decir algo.
http://youtu.be/LvKoO6mr4_g
NYC Hell 3:00 AM demuestra que Ferraro todavía no se ha quedado sin ideas. Ejercitando las mismas intuiciones, dicho álbum es por una parte un vistazo al decadente imaginario noctámbulo del After Party de The Weeknd (ahí donde los tacones altos, la cocaína y las bolsas Louis Vuitton no son ya un lujo sino un requisito) así como una reimaginación del miasma urbano: es música que se desenvuelve entre sirenas, cadeneros y vagabundos. Por lo demás, NYC Hell sigue mucho de los caminos que Ferraro emprendió con proyectos y trabajos anteriores como Bodyguard y Cold: trap-core críptico y R&B plástico. Sólo que esta vez, Ferraro se ha permitido llevar un poco más lejos sus fantasías. NYC Hell es un álbum mucho más atmosférico que Cold o Sushi, sus ritmos aparecen de manera intermitente, esporádica y casi sin importancia, el lirismo de Ferraro resalta no por su sustancia sino por su incertidumbre (En “Irreplaceable”, sugiere con misterio “What have I become?” entre unos violines siliconados) Todo esto no termina por sentirse como un defecto sino como un elaborado artificio que cubre de una densa neblina al álbum. Todo en NYC Hell está llevado a un extremo a través del pastiche: la delicada loft-music de The Weeknd, Drake o Kanye West (en 80’s & a heartbreak) se convierte en una sensualidad amorfa y bizarra despojada de todos sus diamantes. Al final, NYC Hell termina expandiendo una sensación de extrañamiento y de ajenidad logrado a partir de la exageración. Para Ferraro, el erotismo y la suciedad se encuentran en escalones paralelos y para brincar de uno a otro se necesita algo menos que voluntad.
http://youtu.be/c_sC8SAduXY
Si R Plus Seven de OPN funciona como una distópica y andrógina sinfonía de nuestra era, un reflejo roto, confuso y desolador; con NYC Hell, Ferraro triunfa en manufacturar un doble tan detallado de nosotros mismos que termina por distorsionarse.