[Reseña] Kurt Vile- Walkin' On a Pretty Daze

Kurt Vile quiere relajarnos, antes de entrar a otras diligencias. La primera canción de su más reciente disco Walkin’ on a Pretty Daze (Matador, 2013), se titula “Walkin’ on a Pretty Day” (a manera de juego entre ambos títulos) y, a lo largo de sus nueve minutos con guitarras reverberadas hasta el infinito, la corriente ambiental de sus progresiones musicales mueve suavemente al escucha, mientras éste, puede sentir cómo es sacudido de la manera más delicada posible. Esto será un preámbulo para el recorrido sonoro siguiente, pues el disco propone una invitación excesivamente tentadora, cuyo resultado es cabalmente placentero. Walkin on a Pretty Daze es como un Pet Sounds (Capitol, 1966) revisitado: toda la carga pop de los Beach Boys está ahí, pero bajo una capa moderna de efectos y producciones más propias del día de hoy. Kurt Vile describe esto humorísticamente como una especie de pop-progresivo, pues en realidad temáticamente el disco es muy sencillo; sin embargo, la música exige cierto nivel de concentración y enfoque no común en los discos de este artista.

 

 

Un elemento fantástico de Walkin’ on a Pretty Daze es la capacidad de fácil aceptación del disco, aun cuando en realidad opera a niveles introspectivos y no tan complacientes. Canciones de más de 8 minutos son prueba, pero lo que hace a estas piezas un gusto en vez de un lastre es la atmósfera: es un deleite escuchar un material cuya carga ambiental esté más ligada a las progresiones y efectos de guitarra en conjunción con la voz, que a efectos de sintetizadores o producciones de corte más digital. Esto acentúa a las canciones que rebozan a flor de piel sin necesidad de sonar sobre producidas o saturadas; tracks como “Pure Pain” o “Girl Called Alex” destacan por ser atemporales, en ellas prima la textura y la sensación de placer efímero en los oídos.

Del mismo modo las canciones más cortas, son una brillante ejecución de letra conmovedora y una sensación romántica que, al ser completamente inefable, Kurt Vile hace el complemento con música. Ejemplos notorios son “Never Run Away”, sobre el pacto entre dos amantes y “Snowflakes are Dancing”, una ambigua canción de amor con elementos de alienación y ostracismo, los cuales se integran a una cohesividad musical y lírica excesivamente natural.

Acaudalado de detalles mínimos que enriquecen la experiencia sónica y buscan una manera de siempre mantenernos al pendiente de qué se escucha, Walkin’ on a Pretty Daze es una verdadera experiencia sónica. Canciones como “Air Bud” son una prueba de lo que se puede hacer cuando uno busca tomar todos los elementos disponibles y los transmite de una manera equilibrada. Si bien el disco es algo largo, la recompensa es magnífica, y Kurt Vile ha hecho un material cuyo más grande fuerte es tomar lo complejo para condensarlo entre emociones y texturas casi oníricas, de las cuales sólo queda dejarse llevar.

 

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