El dúo inglés conformado por Alison Goldfrapp y Will Gregory ha sido fiel a su propuesta sonora durante los últimos trece años. Se trata de un sonido muy particular, construido a base de una voz etérea y sensual, casi susurrada, que se mezcla con arreglos de cuerdas, o digitales, con influencias ochenteras. Generalizando así una carrera, cabe mencionar que el último álbum de Goldfrapp, Tales of Us (Mute Records 2013) preserva el tono característico de la banda.
Como lo llegó a mencionar Alison en su cuenta de Twitter, Tales of Us propone temas remitentes al álbum debut, Felt Mountain (Mute,2000) y al cuarto álbum de estudio, Seventh Tree (Mute,2008). Por su parte, el primero ha sido el disco que hasta el día de hoy es considerado el mayor logro musical de Goldfrapp, y el segundo propuso sonidos inolvidables, como el del sencillo “Happiness”. Realmente, comparar cualquiera de los seis discos con alguno de estos dos, implica ponerlo en una desventaja creativa. Sin embargo, la última entrega de larga duración se sostiene como una entidad independiente, con una línea narrativa particular.
Todos los temas en el álbum son titulados con algún nombre propio (a excepción de “Strangers”), y cada uno cuenta una historia, de tal manera que la narrativa se inclina fuertemente a lo cinematográfico. El disco fue grabado en el campo inglés, mismo en el que Alison Goldfrapp creció; los sonidos acústicos son una constante en el álbum. En los primeros dos sencillos, "Annabel", y “Drew”, los arreglos están centrados alrededor de la guitarra acústica y la voz, y elaborados con cuerdas. Ambos muy simples, sobrecargados de un aire de desolación y reminiscencia. Los colores pastorales son explorados más a fondo en “Ulla” y “Alvar”; se introducen sintetizadores creando alfombras digitales sobre las cuales caminan cellos y pianos, lo cual genera un sonido muy amable al oído, sin embargo, las atmósferas llegan a ser tan envolventes (y esto es a lo largo del disco) que el material melódico es indistinguible y consecuentemente, el material no es muy memorable. También se agradecería que al final de ciertas canciones, como “Ulla”, entrara una batería o un pulso más marcado después del delicado crecimiento que se va trabajando en la textura –muy al estilo Sigur Rós. Si la frescura del formato “rock n roll” ya les había funcionado en canciones como “Little Bird”, es extraño que aquí no lo desarrollen. Aún así, en “Thea” sí saca a relucir el conocido lado digital y bailable de Goldfrapp. A diferencia del synthpop que venían tocando hace unos años en Head First (2010), el beat aquí es decadente y oscuro. Sin duda, muy efectivo para mantenerse dentro de la narrativa de Tales Of Us.
En este sexto álbum, como fue mencionado al principio, la propuesta estilística de Goldfrapp no cambia de manera contundente, lo cual lo convierte en una entrega no tan relevante en la carrera de los ingleses. De todas formas, después de presenciar ambos cortometrajes para los primeros dos sencillos se entiende que la tirada de este último disco de Goldfrapp no es meramente musical, y eso hay que celebrarlo, ya que si sus canciones no son lo más coreable del año, si cumplen con una función cinematográfica –se crean imágenes, se crean historias.
Goldfrapp- Tales of Us (Mute, 2013)