Una negra circunferencia levita en el mar mientras el clima se muestra decaído por un cielo gris. Imagen artifical que choca con el sonido orgánico de Flourish/Perish (Arbutus Records), segunda producción de Braids. Déspues de ganar reflector con su primer disco Native Speaker —que fue nominado para el Polaris Music Price en 2011— el ahora trío canadiense de art-rock ha cambiado su sonido radicalmente, enfocándose ahora en experimentaciones electrónicas. Algo particular del disco es que cada canción es un respiro y existe una fortuita pausa entre canciones; esto hace que se visualice cada composición como una diégesis particular. Con una reminiscencia a Aphex Twin y un puente lento, "Victoria" es la pieza encargada de inagurar Flourish/Perish. "Fruend" nos ofrece los chispazos de genialidad con sonoridades cristalinas de sintetizadores y, en "Hossak", la voz de Raphaelle Standell-Preston presenta un timbre vocal similar a Emily Kokal de Warpaint, mientras que la batería recuerda a un escritor redactando velozmente en una máquina de escribir.
Un lucha entre opuestos es lo ocurre con las secuencias acuáticas en downtempo de "Together" y la combinación de post-folk lullaby de "Girl". Por otro lado, "Ebben" crea paisajes volátiles que recuerdan a Efterklang, mientras que "Amends" hace gala un sinestésico dream-pop que va enchinando la piel lentamente. Para terminar, el sencillo "In Kind" nos ofrece múltiples tonalidades vocales que asemejan a diferentes tipos de aves, explosiones electrónicas a lo Animal Collective, y una sensación de inmenso vacío cuando la canción finaliza.
Flourish/Perish es un disco que no se puede comprender totalmente, aún después de escucharse 15 veces. Se trata de una obra pulcra donde el caos parece ser la gama unificadora. Tal vez Braids no sea la banda más conocida del mundo, pero es de las pocas que busca encontrar nuevos sonidos en un medio liderado por los refritos.