España es una mierda En tiempos de violencia, los hombres buenos son los primeros en morir
Albert Pla
El viaje es una constante dentro del canon literario de la humanidad. Generalmente el camino del héroe es un movimiento continuo, lo que se traduce en una serie de aventuras y vicisitudes por las que atraviesa el protagonista para culminar su misión.
No obstante, también hay viajes en los que el movimiento físico no está implícito, son travesías oníricas, espirituales o psicológicas. Verbigracia del primer caso: el ejército aqueo encaminandose hacia las costas de la blanca Troya, o las innumerables peripecias del gran Ulises para regresar a su patria, Ítaca, Dante y Virgilio en su paso por el Tártaro, y sus diversos círculos, o Frodo Bolsón y la Compañía del Anillo atravesando la Tierra Media para deshacerse del Anillo Único, entre muchísimos otros.
Albert Pla (Barcelona, 1966), compositor, cantautor, actor y acérrimo crítico de la sociedad moderna, recientemente se lanzó al ruedo de la literatura con la salida al mercado latinoamericano de su novela La odisea de los hombres buenos (Rocaeditorial, 2016). Como era de esperarse, Pla no se anda por las ramas, fiel a su espíritu, logra crear una obra sumamente mordaz, incómoda y nada complaciente.
https://www.youtube.com/watch?v=zV8jsY6s-Ic
La novela cuenta los ires y venires de Raúl Gadea, un talentoso cantautor uruguayo, que junto con su mananger Tito, de profesión organizador de conciertos caído en desgracia, recorre España de cabo a rabo con la intención de tocar en la mayor cantidad de lugares posibles y convertirse así en una figura reconocida dentro del selecto ámbito rocanrolero.
Con una anécdota simple el lector camina junto con los personajes por paisajes de la España profunda, por los barrios bohemios de Madrid y Cataluña, por bosques, costas y pueblos de Galicia y Aragón.
En primera instancia, la simplicidad del lenguaje, además del contexto donde se desarrolla la obra, hacen pensar al lector que se encuentra ante una lectura ligera. Sin embargo, Pla mueve sus piezas juguetona e inteligentemente, el viaje y la música sirven de pretexto para lanzar una serie de dardos ponzoñosos a gran parte de la sociedad española: desde la monarquía, el estamento eclesiástico, la sociedad civil, el mundo intelectual y burócrata. La afilada guadaña narrativa no deja títere con cabeza.
Tito y Raúl son testigos de la podredumbre hipermoderna, como un barquito de papel que navega dentro de las cloacas, así el tándem se desliza por situaciones esperpénticas, surreales y desoladoras. La hipnótica voz del cantante uruguayo parece colarse como un solitario destello de luz en medio de las tinieblas del desasosiego y alienación modernas.
La respuesta a tanta violencia tal vez esté en el arte
A pesar del tono sombrío que impregna gran parte de los escenarios de la narración, salen a relucir aspectos cómicos y satíricos, Albert Pla luce una especie de humor sardónico cojonudo:
¿Es que soy la única que se da cuenta de lo feos que son los ricos? Mira qué cara de idiota, qué mirada repugnante, vanidad, crueldad… ¡Me cago en el palco del Bernabéu!
Acertadamente, el autor introduce a diversos referentes del rock hispano-euskera-latino dentro de la narración, desde Andrés Calamaro, Mikel Laboa, Fermín Murguruza, Ruper Ordorika, Quimi Portet y Javier Krahe por citar sólo a algunos. Cómplices en sus locuaces aventuras, persecuciones, excesos y momentos de belleza epifánica.
https://www.youtube.com/watch?v=lAmo_jPgO7g
La odisea de los hombres buenos es todo un periplo, como unos modernos Dante y Virgilio, Raúl y Tito atraviesan el Hades armados solamente con una guitarra y el sublime talento del juglar charrúa. Sus peripecias muestran la violencia económica, política y social que ahoga sin piedad a la humanidad. Sus aventuras son surrealistas, oníricas y poéticas.
La sensibilidad, la despiadada crítica y el espíritu contestatario de Albert Pla se hacen patentes a lo largo de toda la obra. Su debut en la jungla literaria no pudo ser más afortunado.
Albert Pla. (2016). La odisea de los hombres buenos. CDMX: Rocaeditorial.