Foto por OCESA La gente estaba como loca, de verdad; el fenómeno de histeria colectiva por la Pulpmanía llevaba cultivándose meses. Cuando anunciaron el concierto, la sorpresa de que el público mexicano iba a tener la oportunidad de ver a uno de sus grupos británicos favoritos (que ya dábamos todos por perdida) causó conmoción... Pulp Pulp Pulp. Eso era Twitter, Facebook, llamadas a 90.9. Pulp en México, Palacio de los Deportes, 23 de abril. Seré totalmente sincera. Fue tal esa fiebre, tantos los Pulpfans que empezaron a salir por todos lados que mi ilusión empezó a mermarse... Qué pesada, sí; pensé por momentos, incluso, que haberlos visto en Coachella era suficiente, que fue tan bueno el sabor que me dejó su breve concierto allá que mejor ni moverle. Pero mira cómo son las cosas; el destino me puso en una situación en la que podía ir a su concierto en DF y, como soy una atascada de la conciertiza y como sí me gusta mucho Pulp, decidí aprovechar. Y puuum.
Jarvis y compañía se presentaron a cumplir cabalmente con ese público medio enloquecido: 150 minutos, 24 canciones, tres encores (tres; los chilangos somos muy convincentes con eso del “ooootra, ooootra”). ¿Éxitos? Sí, gracias: Razzmatazz, Babies, Disco 2000, Common People, Like a Friend, This is Hardcore, Help the Aged...
Es extraordinaria la sensación de haber tenido la suerte de estar en el lugar correcto en el momento correcto; es tan lindo sentir que pudiste ver a una banda que no pensaste que fuera a reunirse en tu ciudad, en un show completo, nada de versiones festivaleras reducidas, con miles y miles de personas que llevaban esperando tanto como tú. Con cientos que escucharon, como tú, el trabajo solista de Jarvis y se consideraron igual de afortunados que tú cuando pudieron verlo en su faceta solista en MXBeat, aún a sabiendas de que no tocaba ninguna de las canciones de su legendaria banda pero guardando la esperanza de que justo ese día lo hiciera. Con todos aquellos que entendimos en ese momento que él era un gran frontman pero que segúramente lo era más todavía cuando encabezaba Pulp... Y lo es.
Se siente la emoción de Jarvis Cocker; se siente la comodidad con la que se desenvuelve entre sus temas clásicos, cómo disfruta ver a la gente entregándose a él, cómo juega con el auditorio, le habla, lo enamora, lo seduce con sus composiciones épicas que como solista no logró nunca replicar.
Más de diez años me tomó llegar al Palacio de los Deportes; a Jarvis le tomó más de 30. Sin embargo, la noche de ayer, por fin, nos encontramos ahí; era el lugar adecuado, el momento adecuado. Y fue uno de los conciertos más memorables que he visto en mi vida. Lo hiciste otra vez, mister Cocker: lograste que me volviera a enamorar de tí. Enhorabuena.