Más allá de la democratización del arte y los contenidos culturales- en cuanto a producción y recepción- la masificación de plataformas y herramientas tecnológicas ha logrado sensibilizar nuestras percepciones. Quizá el "adicto" a Instagram desconoce o no comprende -funcionalmente- las técnicas de composición fotográfica, al igual que tal vez le resulten ajenos los métodos de edición; pero al menos los percibe porque se encuentra frecuentemente expuesto a ellas y sus efectos. De igual manera, tal vez el "amateur" de Flickr comienza inconscientemente a analizar el campo visual que comprende cada fotografía por sí misma e, instintivamente, comienza por aplicar sus conocimientos deducidos a cada imagen que crea.
Más lejos aún, el fotógrafo cualquiera empieza a valorar visualmente cada espacio u objeto, independientemente de su valor artístico. Y ahora aprecia cada espacio en su esencia.
Posiblemente aquel que experimenta con Audacity, comprenderá lo delicado de cada sonido incluido en una composición sonora, tal vez cobrará conciencia sobre la importancia del papel que juega cada resonancia. Y cada que escuche una nueva pieza, sea musical o meramente sonora, afinará el oído para determinar cada elemento por sí solo.
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Todas estas herramientas, se tratan de explotar más nuestros sentidos y afinar nuestras percepciones, a un nivel que por sí solos no hubiéramos comprendido tan fácil; la tecnología es una herramienta que nos incita, y nos ayuda, a vivir nuestra cotidianidad, a apreciar las cosas en su esencia, y a coexistir cercanamente a nuestro entorno. Es vivir el entorno y no sólo apreciarlo. Cada objeto. Cada sonido.