Notas valiosas del Festival de Jazz de Montreal

Después de diez días de dos o tres conciertos por noche -y la carga de conciencia de estarse perdiendo otros tantos- uno emerge de un festival de como éste con el iPod atiborrado de recently added y una gran lista de artistas a quien seguirles la pista. A los consagrados -Norah Jones, Stanley Clarke, Melody Gardot- no hace falta ni mencionarlos, pero hay otros que los sabuesos encargados de la programación nos hicieron el favor de recordarnos que hay que tener en el radar. Por ejemplo, Janelle Monáe, quien además de cantar y bailar como una diosa, advierte en sus 10 mandamientos del Androide que los bebés concebidos durante su espectáculo o en las siguientes 48 horas podrían nacer con alas, pero que no se hace responsable de ningún niño volador.

Desde Brooklyn, Dirty Projectors reunió a un público tan hipster, que las primeras palabras del vocalista fueron “Awesome Spectacles”. Las blusas a rayas, shorts de pinzas hasta la cintura y afros rubios y pelirrojos parecen haberle pasado más inadvertidos.

Deltron 3030 se presentó acompañado de cuerdas, metales y el DJ montrealés Kid Koala, lo cual dio como resultado el más formidable hip hop orquestal; Escort puso a bailar disco a todo el festival, y los franceses de Moriarty vinieron hasta este continente a revelar una nueva, pero nueva faceta del country y el folk.

Chicha Libre, una agrupación lanzada por un francés instalado en Brooklyn que se quedó prendado de la música setentera del Perú, logró contagiar cada uno de sus amoríos, a juzgar por los movimientos de caderas del público que vino a verlos en un escenario al aire libre. Lady Linn, que canta soul como si no hubiese nacido en Bélgica, se acompaña encima de “siete magníficos”, una estupenda orquesta de piano, batería, bajo y metales. De Gran Bretaña, Get the Blessing, que cuenta entre sus integrantes a dos antiguos integrantes de Portishead, también le da un papel protagónico a los metales, en su caso en un contexto de rock adictivo.

Entre los artistas menos conocidos estuvo F. Stokes, que tiene la imaginación para convertirse en un must del hip hop, así como el danés Mikel Hess -o Hess is More- a quien los amantes del jazz gozarán ver en escena, dada su osadía y creatividad a la hora de improvisar sobre su de por sí misterioso universo sonoro.

Sobre Esperanza Spalding, ¿Qué más se puede decir que Su Majestad Prince voló en jet privado específicamente para verla? Y Montreal no es Nueva York ni Londres, pero sí la ciudad de Leonard Cohen, Arcade Fire y Lhasa de Sela. Y de otros que conviene seguir: Patrick Watson, Colin Stetson, y Chromeo, el dueto responsable de la última fiesta al aire libre.

El cineasta -y músico autodidacta- Emir Kusturica recibió este año el premio Antonio Carlos Jobim, otorgado a grandes representantes de la “música del mundo”. Dijo que si de verdad él era el acreedor de ese reconocimiento, el mundo de la música debía de estar pasando por una seria crisis, aunque era obvio que se premiaba más bien su papel en la popularización de la música de los Balcanes en el resto del mundo. También habló del placer dionisíaco de estar en el escenario.

De este lado, eso suele traducirse en una incontenible reacción física que es la razón de ser de cualquier espectáculo en vivo. Ya no digamos de un festival. Por desgracia, las emociones no son para llevar. A diferencia de la lista de CDs, MP3s, viniles y videos, que deberían dar para un buen rato más.

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