Por Aurora Villafuerte A través de las redes sociales de la banda, se ha dado a conocer la noticia del fallecimiento del tecladista de The Doors, Ray Manzarek. El también fundador de la banda murió el lunes en el hospital RoMed Clinic, en Rosenheim, Alemania; lo acompañaban su esposa y hermanos. Manzarek, de 74 años, fue víctima del cáncer en el conducto hepático del que sufría desde hace algunos meses.
Ray Manzarek fue el responsable de haber reunido a todos los miembros de The Doors, tras haberse interesado en formar una banda con el poeta Jim Morrison. Entre 1965 y 1973, el nativo de Chicago añadió las densas atmósferas y psicodélicas melodías que llevarían a The Doors a definir el sonido de Los Ángeles y convertirse en una de las bandas más influyentes de la época. Tras el fallecimiento del vocalista de The Doors, Ray Manzarek continuó el legado de la banda, y se involucró en otros proyectos en el papel de productor, autor y cineasta.
Hasta Siempre Sr. Manzarek
Por Carlos "El Santo" Domínguez
Escuché por primera vez a los Doors en alguna comida familiar, a los diez años. En aquella ocasión me quedé perplejo con “Light My Fire”. Mi segundo encuentro con la banda fue años después en alguna reunión preadolescente de mi hermano, cuando uno de sus amigos llevaba el soundtrack de la película The Doors de Oliver Stone (1991) y una vez más –mientras le daba un trago a mi primera cebada– apareció la canción que me acalambró el tuétano años atrás. Justo a mi entrada a la rebeldía y el “valemadrismo”, me vi llegando a mi casa de madrugada con el primer disco de los Doors recién robado de la casa de alguna ex novia. Hasta el día de hoy no me arrepiento de aquel hurto.
Muchas veces uno se queda con una imagen tatuada a la cabeza. Esa misma que de inmediato te recuerda diferentes pasajes de tu vida y que relacionas con una repetición de emociones que nacerían ese mismo día que te apoderaste de aquella imagen. Cuando se habla de los Doors, es inevitable pensar en un Jim Morrison con el torso desnudo y la mirada perdida. Generalmente ignoramos a los personajes encargados de la música, los que permanecen detrás, casi perdiéndose entre sombras.
El 20 de Mayo de 2013 Raymond Daniel Manzarek, Jr. se unió al Olimpo de los dioses de la historia de la música. El doble teclado, la paciencia ante un indomable, la timidez escondida en un copete prominente y unos anteojos redondos; la rapidez en los dedos que le darían un 40 por ciento de cuerpo a la música que hoy en día todos podemos tararear y re-enamorarnos. Se va un grande que hizo historia desde una sombra autoimpuesta y marcaría una línea trascendental a cualquiera que deseara adoptar los teclados como instrumento favorito.
Es fácil perdernos, quedar perdidamente seducidos ante una imagen en movimiento. Ray Manzarek nos enseñaría a darle una responsabilidad vital al cerrar los ojos y perderse en el lenguaje más hermoso del mundo: la música.
Toc-Toc… Hey Ray, it´s your turn!
Por Andrés Sánchez Juárez
Al reflexionar sobre la partida de Ray Manzarek, queda muy claro que no fue solo Jim Morrison quién le dio personalidad a The Doors. John Densmore y Robby Krieger hicieron su parte pero el sonido característico procede del órgano de Ray, quizá el primer tecladista de un grupo de rock junto a Jon Lord de Deep Purple (también recién fallecido) en saltar a la fama mundial al estampar su sello y estilo particular a la construcción de la cultura psicodélica que en la música es difícil de concebir sin su aportación. Con su estilo contribuyó a identificar al órgano como referente de una época que precede a la incorporación de los sintetizadores en los teclados. A partir de Ray se hizo común la inclusión del órgano Hammond en los créditos de los tecladistas: Rod Argent, Keith Emerson, Steve Winwood, Peter Banks son algunos ejemplos de un largo etcétera.
Ayer a los 74 años, y pasados casi 42 de la despedida de su amigo Jim, la muerte volvió a tocar las puertas de los Doors.
EN MEDIO DE LAS PUERTAS
Por Julia Palacios
Me pegó la muerte de Ray Manzarek, como le puede pegar a uno la muerte de alguien que marca y acompaña de manera intensa los años adolescentes. Esa edad cuando se está descubriendo el mundo y encontrando referentes de vida. Luego uno entiende que esos referentes van a ser determinantes.
Recuerdo claramente en mi memoria auditiva la primera vez que escuché el sonido del órgano de The Doors en “Light my Fire”. Las manos mágicas de Manzarek en una especie de ritual de trance sonoro que mezclaba la psicodelia con el sexo tántrico llevando al escucha a espacios idílicos, envolventes, hipnóticos. La voz de Jim Morrison y los teclados de Ray Manzarek eran la combinación perfecta, junto con las puntuales presencias de John Densmore en la batería y Robby Krieger en la guitarra.
Ellos cuatro eran The Doors, el enigmático nombre que nos remitía a la cuasi ilógica explicación de que se habían inspirado en la frase atribuida a William Blake: “hay cosas desconocidas y cosas conocidas, en medio de las puertas”. Y en ese 1967, cuando apareció su primer álbum, tratar de imaginar lo qué había en medio de las puertas era una suerte de ejercicio mental para intentar entrar a lo que se llamaban los estados alterados de conciencia.
O bien, The Doors rendían tributo con su nombre a aquellas “puertas de la percepción”, obra de Aldous Huxley en la que describía sus experiencias con la mescalina. Quizás lo que había en medio de las puertas era precisamente esa línea fina entre la realidad y la conciencia alterada. Todo conocido y todo desconocido.
Manzarek, oriundo de Chicago y estudiante de economía en la Universidad de DePaul, partió hacia Los Angeles a continuar sus estudios en la escuela de cine de UCLA. Y ahí se dio el encuentro con otro estudiante talentosísimo: James Douglas Morrison. Uno hacía música y otro escribía poemas. El encuentro trascendió el ámbito de la música, ya que ambos compartían su pasión por la literatura, la poesía, el teatro y obviamente, el cine.
La corta vida de The Doors con Morrison, Manzarek, Densmore y Krieger, duró prácticamente hasta el fallecimiento de Morrison en 1971. Manzarek sostuvo a los Doors incluso en dos álbumes más, sin la voz de Morrison. Posteriormente él mismo incursionó como vocalista de la banda y después la mantuvo hasta lo que se llamaron The Doors del siglo XXI, con diversas alineaciones.
Y si bien para muchos los Doors habían acabado con la muerte de Jim Morrison y nunca volvieron a ser lo mismo, la realidad es que el sonido de The Doors era fundamentalmente el teclado de Manzarek.
Talentoso, virtuoso, trabajador, inquieto, generoso y con una sensibilidad llena de buen humor que permeó su vida, Ray Manzarek no parecía tener límite en la imaginación y en su creatividad inagotable. Ray Manzarek era en sí mismo la genuina expansión de la conciencia. Con proyectos como solista, como productor en estudios de grabación y sobre el escenario, Manzarek parecía eterno.
Alguna vez en una entrevista más o menos reciente, Manzarek comentó con su joie de vivrecaracterística: “No haces música para la inmortalidad, haces música para el momento de capturar la pura alegría de estar vivo en el planeta tierra.”
Pero la realidad es que Manzarek, con esa alegría de estar vivo tuvo el don de capturar en su música los momentos, esos momentos que permanecen y permanecerán en el inconsciente auditivo de su generación, de las que le han seguido y de las que están por venir. Finalmente, en medio de las puertas puede suceder todo, lo conocido y lo desconocido, el momento y la inmortalidad.