Preciosismo melancólico: Makoto Shinkai... ¿el nuevo Miyazaki?
“Siempre tengo la sensación
de que voy a perder algo…”
Dicen que la vida es eso que contamos, no importa si sucedió o no. Recordamos y, paulatinamente, amoldamos según nuestros caprichos las vivencias que pueblan nuestra mente y corazón. Los recuerdos se agolpan en el archivo de nuestra memoria y, en ocasiones, emergen como historias de: amor, superación, fracaso, valentía y derrota.
Durante los últimos 20 años, Makoto Shinkai (Nagano, 1973) se ha erigido como una de las figuras fundamentales de la animación japonesa, su estilo es preciosista, lleno de matices, detalles, y una amplia paleta de sensaciones humanas, entre las que destacan el sentimiento de pérdida, la melancolía, la soledad y el amor, que hacen su trabajo inconfundible.
Escritor, dibujante, productor, animador, desarrollador de videojuegos y director, Shinkai se describe así mismo como un observador nato que aviva su creatividad mediante todos los estímulos que lo rodean, “si no se trata de un lugar que conozco de primera mano, no puedo retratarlo con realismo”. En sus producciones son recurrentes los paisajes urbanos de Tokio: postes, cableado eléctrico, máquinas expendedoras, trenes y claroscuros citadinos que resplandecen por una sempiterna cortinilla de lluvia, no obstante, también podemos deleitarnos con cielos etéreos, bosques, montañas, y tradiciones antiquísimas, inspiración directa de la Prefectura de Nagano, zona rural donde creció y comenzó a dar sus pininos el futuro creador.
Recientemente se lanzó al público el primer corte de lo que será la nueva producción de Makoto Shinkai, se trata de Weathering With You, proyecto que se pretende lanzar en Japón el 19 de julio de 2019. Previo a tan esperado estreno, daremos un repaso por algunas de las obras más entrañables del oriundo de Nagano. Sin ningún orden de jerarquía (tal vez temporal), navegaremos en las taciturnas aguas de la melancolía, la ausencia, y las complicadas relaciones interpersonales que se plasman en este pequeño periplo, puesto como lo señala el propio Makoto:
“Desde mi juventud un tema de gran importancia para mí siempre han sido las relaciones entre los individuos. Por qué nos enamoramos, por qué la persona de la que nos enamoramos no se enamora de nosotros… Esas ideas tan obvias para mí eran en mi juventud un enigma tan grande como el espacio”.
“La melancolía es la felicidad de estar triste”, al menos desde la perspectiva de Victor Hugo. Es un estado del alma sereno, nada frívolo, de aceptación de la parte trágica de la vida, con sus contingencias y sus vicisitudes, tal y como diversos trabajos de Shinkai lo ponen de manifiesto y nosotros cuando los contemplamos.
Comenzamos
1. En 1999 Makoto comenzó a trazar su senda de talento y estilo que definirá sus posteriores trabajos. Tooi sekai (Other Words) marcó el devenir del joven director, se trata de un trabajo que aborda la relación de una pareja, inicialmente la idea y los primeros diseños de la animación se remontan a 1997, sin embargo, el trabajo vio la luz hasta 1999. Trazos fuertes, claroscuros que se difuminan con cuadros estáticos y diálogos existencialistas que se acompañan con la sublime Gymnopédie Nº1 del compositor Erik Satie.
2. Era un día lluvioso de comienzos de primavera. Ella me encontró. Kanojo to kanojo no neko (Ella y su gato) presenta la historia de un michi que se enamora de su dueña, Chobi (el gato) conoce el mundo que le rodea a través de la mirada de “Ella”, una mujer joven, universitaria, que lidia con los sinsabores de la vida adulta y la independencia. Shinkai concibió esta historia en 1999, el novel director se encargó de todo el proceso de creación (animación, dirección, voces en conjunto con su novia), el trabajo final nos presenta cinco minutos de una historia entrañable (dibujada de manera exquisita en blanco y negro) que bordea los lindes de la soledad, la necesidad de afecto y el amor.
3. Cinco centímetros por segundo es la velocidad a la que caen los pétalos de cerezo, con esta bella y metafórica afirmación comienza una de las obras más importantes y conocidas de Makoto Shinkai, nos referimos a Byōsoku Go Senchimētoru o 5 centímetros por segundo, película concebida en 2007 y que catapultó a la fama internacional al director nipón. La cinta despide un aroma intimista que se divide en tres actos que abordan la relación de una pareja, en el punto central de la historia se encuentran Takaki Tōno, y Akari Shinohara, dos jóvenes que se conocen desde niños y que irremediablemente se enamoran. No obstante, el azaroso destino los obliga a distanciarse y recorrer diferentes caminos. En este largometraje podemos apreciar la entrada a la madurez de Shinkai, atrás quedaron los cortos en blanco y negro, aquí explota de manera lúcida y brillante una amplia paleta de colores, además de las habituales sensaciones y sentimientos a flor de piel. La relación de pareja es tratada con suma complejidad, es como si diseccionara el alma de un par de enamorados atormentados por la ausencia física y atados a los recuerdos que conservan y atesoran, porque en el amor también cabe la imposibilidad. Quién sabe, tal vez algún día Takaki y Akari nuevamente puedan ver juntos la caída de las hojas de cerezo.
4. En unos cuantos minutos, Shinkai es capaz de contar un entramado complejo, despertar un intenso cúmulo de sentimientos y dejar anonadado al espectador, tal y como lo logró con Dareka no Manazashi (La mirada de alguien, 2013), pequeña postal futurista que nos presenta a Aya Okumura una joven profesionista que se lanza al ruedo de la vida independiente (como años atrás lo hiciera su madre, una doctora que sale de su país para ejercer su profesión), sin embargo, la soledad, la incapacidad para comunicar sentimientos, hace que nuestra protagonista añore los días en compañía de su familia y su gato Mii-san. Melancolía en estado puro.
5. Ya lo decía el buen José José: es el amor lo que importa y no lo que diga la gente, las convenciones sociales suelen erigir muros para separar lo inadecuado de lo adecuado. A pesar de los múltiples prejuicios y de los pregoneros de la moral en turno, Shinkai nos regala historias que transgreden los límites de lo socialmente aceptable, tal y como nos muestra en El jardín de las palabras o Kotonoha no Niwa (2013), obra que pinta un bello lienzo inspirado en el amor del joven Takao Akizuki (un ingenuo aprendiz de diseñador de zapatos) y Yukari Yukino (una misteriosa joven varios años mayor que Takao), ambos personajes convergen en un parque, como telón de fondo se encuentra la lluvia; los días en los que se impone el sol, ambos personajes regresan a la cotidianeidad de sus inconformes vidas. El jardín se convierte en un refugio, en un oasis en medio del desierto de lo incipiente y monótono. Con reminiscencias a la literatura clásica nipona (la efímera belleza del haiku) y a la literatura occidental (El Principito de Saint-Exupery), Shinkai esculpe una delicada oda al amor, a la brevedad del mismo, al tiempo que le dedicamos a amar, en esencia es un poema visual arrobador.
6. La brevedad artística es un lujo que pocos creadores poseen y desarrollan en sus trabajos. Con el paso del tiempo la experiencia de Shinkai lo llevó a consolidar su estilo, ya sea en cortometrajes, largometrajes y, también, comerciales, como lo constata el brioso y brevísimo Z-Kai: Cross Road (2014) historia de encuentros, desencuentros, accidentes y caminos cruzados, dos minutos que sólo avivan la curiosidad de los espectadores.
7. Por último, tenemos la que a la fecha es la obra más vanagloriada por la crítica especializada y el grueso del público, se trata de Kimi no Na wa (Your Name, 2016), historia de amor adolescente que entreteje la afamada leyenda del hilo rojo con saltos temporales e intercambio de cuerpos entre sus protagonistas, Taki y Mitsuha (ambos estudiantes, uno radicado en la ciudad y la otra en el campo). La clásica historia del “chico conoce chica” se trastoca de manera hilarante, tierna e intempestiva. Los aspectos técnicos del largometraje más taquillero de Shinkai son avasalladores, la animación reboza del lirismo que pacientemente cultivó el director a lo largo de su carrera, sin artificios propios de la era del CGI, nos encontramos ante un producto netamente artesanal. Your Name encarna de manera perfecta el idilio amoroso que todos deseamos y que, lamentablemente, pocos conseguimos.
“El encuentro de dos personas que nunca se han encontrado. Los engranajes del destino empiezan a moverse”.
Al visionar el trabajo de Makoto Shinkai experimentamos una mezcla que raya entre el estupor, la tristeza y la alegría, tal y como lo señaló Víctor Hugo. El director japonés se erige como uno de los creadores contemporáneos que se encarga de diseccionar minuciosamente el alma y los sentimientos de millones de seres humanos. Ojalá estos trabajos sólo sean el preámbulo de la época dorada del denominado “nuevo Miyazaki”, el tiempo solamente lo dirá.