Madera de deriva: Escuchar a Jorge Drexler con ojos y dedos

Por Claudia Itzkowich

Escuchar música nunca requirió de tanta atención; de tantos sentidos. El mes pasado el uruguayo Jorge Drexler lanzó “Décima a la décima”, el tercer sencillo (ni tan sencillo) de su aplicación n, en el que 10 cantantes -entre ellos el propio Jorge, Kevin Johansen y Víctor Ramil- grabaron 10 estrofas cada uno, mismas que quien escucha -y ve y lee- en la pantalla de su smart phone o tablet puede mover a su antojo.  Esto es, hasta cierto punto. Si a uno se le ocurre jugar con la música de Drexler cerca de las diez de la noche, la melodía dura mucho más que, por ejemplo, si lo hace a las tres de la tarde.

Es, en la parte de la programación, una sofisticación de “Habitación 316”, la primera canción que el compositor-médico lanzó de manera gratuita, donde el usuario escoge los versos que vienen al girar una serie de círculos concéntricos, y decide así si la estrofa de “ni siquiera sé tu nombre” se repite cual coro del más ñoño pop, o más bien rompe la narrativa con combinaciones más interesantes, en las que “risas” es intercambiable por “cuatro manos”, “soledades” o “dos extraños”.

Habitación 316

Ahora bien, sabemos que lo de introducir elementos aleatorios, dejar que el azar, el capricho y el medio ambiente determinen el resultado final de una composición, no es novedad. Hay que ver “Music of Changes” de John Cage, dictada en gran medida por el I Ching, o incluso el “Juego de Dados” de Mozart. Lo que nunca había sido posible es que cada miembro del público pudiese intervenir la obra, quedarse con sus propias versiones o compartirlas en redes sociales.

Por no hablar de la sofisticación visual.

En este rubro, Biophilia de Björk, la autora del primer “app album” en forma, ya estableció unos estándares de locura, que ponen los universos de las proteínas, los virus, las moléculas o la vía láctea al alcance de los dedos, entre geniales irrupciones de la voz de la semidiosa islandesa.

Drexler no tiene ese tipo de aspiraciones visuales. O no por ahora. La ambición está enfocada en la música.

“Madera de deriva”, la n2, fue grabada por más de ochenta músicos de la orquesta Sinfónica de Euskadi y el coro de Kup Taldea, pero a menos que uno se desplace en el espacio y la active en distintos puntos de su recorrido, corre el peligro de quedarse con una versión más bien austera, apenas la pista de voz a capela. Lo cual tampoco está nada mal.

Porque como era de esperarse, Drexler no juega por jugar. Como si hiciera falta, aclara que la idea es utilizar la tecnología como herramienta, complementar el significado de la música como lo hace un video o la propuesta gráfica de una portada.

La pregunta es si el resultado conmueve más allá del juego, si la música se seguirá escuchando una vez que se nos pase la sensación de novedad. La respuesta es por supuesto interactiva:

http://www.jorgedrexler.com/web/indexa.html

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Tracklisting 25.01.2013