Por Rick SupertrampFotos: José Jorge Carreón
El Rock & Roll ha vuelto. El pasado 30 de enero, el Lunario presenció una gran noche llena de copetes, vestidos con puntitos y sobre todo, mucho baile.
Los Locos del Ritmo arrancaron puntualmente —presentados por el mismísimo Jaime Almeida— y la gente empezó a ovacionar las primeras notas; parejas de todas las edades lucieron excelentes pasos de baile con éxitos tales como “Tus Ojos”, “Sabor a Nada” y “La Pólvora”. A mi alrededor, podía notar como las nuevas generaciones están interesadas por los inicios del Rock, uno que otro movía el pie o agitaba la mano, los mayores cantaban y en sus ojos brillaba nostalgia, tal vez recordaban las andadas de aquellos años 60. “¡Mario, Mario, Mario!”, gritaba la multitud; el frontman de los locos, agradeció en todo momento los halagos, siempre prometiendo y alentando más a sus compañeros; indudablemente, en el escenario también estaba presente el patriarca del rock en México, Pepe Negrete. Refugiado en su teclado y atento a su banda —como un maestro de orquesta— despedía alegría y recibió muchos aplausos. Con “La Mantequilla” el suelo cimbró y todos quedaron maravillados con tremenda presentación.
Mario y compañía prometieron volver muy pronto, algo que los fanáticos agradecerían mucho, ya que una hora no fue suficiente y sólo nos dejaron “picados”. Después de la presentación de los Black Jacks —que debo decir, quede sorprendido y disfruté mucho el show de esta banda— Kike Cadillac pidió el regreso de Los Locos al escenario para interpretar “Yo No Soy Rebelde” en un jam poderoso y lleno de solos y emoción pura. El final fue tan grande como toda la noche en el Lunario; recuerdo la expresión en el rostro de todos los asistente al salir del lugar, y se denotaban satisfacción y alegría, después de todo, a nadie le hace daño echar buen baile escuchando un buen Rock & Roll.