El fondo del escenario de la pintoresca y mexicanísima casa Hilvana estaba repleto de carteles multicolor que apoyan a la causa de Wirikuta. El foro no podría haber sido más adecuado para un concierto en “dominguito”. El público, aunque escaso, le dio a los chicanos un recibimiento sabroso con un buen bailongo y chela en mano. La Marisoul traía una falda rosa bien “choncha” y una flor en la cabeza y, con unos gritos roncos, abrió el concierto, cantando sobre el cielo. La noche se fue desenvolviendo entre rolas "jazzeadas", tamborzazos costeños y bailes cachondos. Hasta se aventaron un blues en inglés en donde la guitarrista, Gloria Estrada, tocó un solo psicodélico/funk sin dejar de portar las trenzas de “Adelita” y los pantalones charros. La batería también estuvo a cargo de una mujer, sólo que esta vez la chica WASP que parecía tener 15 años no concordaba con la etnia del resto de la banda; aunque tocaba como si fuera mexicana de corazón. Como dijo Marisol: “¡Fuerza femenina chingá!”
Además de expresiones como “¡ay ay ay!”, “pachangueo” y “chingo”, La Santa Cecilia se caracteriza por honrar y al mismo tiempo descomponer música. Con una vocecita sensual, a la Amy Winehouse, Marisoul cantó algunas rolas que están de moda back home como “Tainted Love” versión Pussycat Dolls y la obligadísima “One Love”, pero siempre con el saborzazo latino.
Hubo de todo un poco, un bolero sufridito, un buen jazz, una cumbia sabrosona y una rola bastante prendida, durante la cual los seis miembros de la banda comenzaron a saltar y bailotear por todo el escenario. Cerraron la gira de su nuevo álbum, Noche y citas, con una probadita de cada aspecto de la múltiple personalidad de esta banda tan peculiar y simpática.