“A dónde irá veloz y fatigada la golondrina que de aquí se va…”, así canta un mariachi en una noche de despedidas para México. Por una parte, una Selección que lanza la clásica apertura de su proceso mundialista. El botellazo al barco que zarpará a territorio brasileño, haciendo escala en Estados Unidos. En la otra parte, significó la última entre las últimas, al menos eso sabemos. En mi muy personal punto de vista, es el único jugador que ha reunido las características del pesado número que lleva en su jorobada espalda. Ese raro espécimen que puede ser llamado “el 10” dijo adiós al equipo con el que vivió las mieles más dulces de su carrera. ¿dónde más? sino en el templo donde se consagró vestido de amarillo y de verde.
El partido dio poco en si. Israel hizo honor a su cartel como una presa fácil para un equipo mundialista y México, que esperemos solo sea el nerviosismo por conseguir apenas su segunda victoria en el Estadio Azteca en lo que va del proceso de Brasil 2014. Emociones hubo pocas y gracias a las antiadherentes manos del guardamenta visitante, la tribuna del Coloso despertó en tres ocasiones.
Sin embargo, la celebración principal no fue al “tricolor”, sino al personaje que como el estereotipo mexicano, no le gusta irse de la fiesta y dice “me voy”, “me voy” y sigue aquí. Posiblemente desde el ascenso al poder del último Tlatoani Azteca, nunca se había escuchado tan fuerte los vitoreos que rezaban ¡Cuauhtémoc!, ¡Cuauhtémoc! Sólo faltó ese último remache dorado para que “el águila que cae”, se postrara de rodillas con esa clásica posición de brazos para un aterrizaje final ante un estadio que se hubiera caído a pedazos. Ese hubiera no llegó, aunque el esfuerzo del “Crack” le fue recompensado con 20 minutos más de lo establecido en el terreno de juego. Ya en el medio tiempo, el “Temo” dio una vuelta olímpica recordando aquel 1999 en la Copa Confederaciones. Propios y extraños celebraron el finiquito de uno de los mejores jugadores de la historia en nuestro país. Al final “Cuauh” no apareció en la Zona Mixta, aunque su nombre fue repetido por sus compañeros en las entrevistas. Todos agradecieron al último gran ídolo tricolor.
Una fiesta gris, desangelada, que sólo levantó cuando la pelota caía en sus pies en esa última noche… la noche del 10.
Por: Omar García @omarrgc