¡P****s chivas, ni para barbacoa sirven!- Un aficionado local grita ante el beneplácito de sus congéneres. Hubo una época en la que las Chivas fueron un ‘grande’. Hoy sirven para recordar la premisa hidalguense: mientas más hondo el hoyo, mejor la barbacoa.
A mediados de la década pasada, los Tuzos del Pachuca sacaron un slogan que rezaba: “El equipo de México”. Su cosecha de títulos en aquel entonces es una hazaña pocas veces repetida para un club mexicano y la etiqueta de “grande” rondó por momentos el Huracán. Sin embargo, esta denominación, por más abaratada que pueda estar en nuestro país, no es para cualquier equipo. Cuando uno, que verdaderamente ostente el mote de ‘grande’ abarrota tu estadio, no queda más que ver, oír y callar. “Grande” en teoría, claro.
La desesperación puede ser el mejor de los combustibles. Pachuca replantó y se sobrepuso al dominio inicial tapatío; tardaron 15 minutos y una falta para que la testa de Walter Ayoví le devolviera el sonido al local, a pesar de que el tanto se quedó al margen del abanderado. La insistencia rojiblanca sólo pudo ver recompensados sus ataques con ese grito que hace temblar hasta al más férreo de los arqueros.
Bajo los influjos de un partido por momentos atractivo, de llegada, las oportunidades para unos y otros no cesaron, aunque el 0-0 seguía fijo, inmóvil. Hasta que llegó Ariel Nahuelpán y cabeceó el primer tanto del partido. Hubieron un par más de gritos ahogados de gol. Pachuca 1-0 Chivas, al entretiempo.
El segundo tiempo vio un símil de la primera parte con un rebaño de ímpetu ofensivo, envalentonados bajo el clásico: “¡Chivas! ¡Chivas!”. Los locales, sin embargo, no tardaron tanto en controlar el balón y las llegadas de los albiazules aumentaron.
Ariel Nahuelpán hizo lo que no pudo con Pumas: aparecer. Una de las tantas llegadas a línea de fondo fue aprovechada por el argentino que simplemente empujó el esférico a la red; no sólo se estrenó como goleador en Pachuca, sino que hizo su primer doblete desde que llegó a tierras aztecas. Y el tuzo hizo un hoyo todavía más profundo para su barbacoa dominical.
Ni la mayoría de los 25,198 aficionados que oficialmente ingresaron al Huracán, pudieron avivar a unas Chivas que sólo se sentaron a esperar el siguiente golpe, que para fortuna de su causa, coqueteó con la línea de gol, pero nada más.
La crisis rojiblanca se agravó cuando uno de sus cambios, Jorge Alberto García, recibió la roja directa por una fuerte entrada a Walter Ayoví, para quien el partido terminó tras la falta.
Hace apenas una semana, José Luis Trejo dijo que jugar contra diez es más difícil y puede que tenga algo de cierto, pues su ex equipo disminuyó la generación de llegadas a fondo, quizá por un partido que está en la bolsa o por que el pundonor rojiblanco no podía permitir el tercer tanto.
Ya en la “franja crepuscular” como se dice coloquialmente en Ibero 90.9, ya sin vocación de ninguno de los dos bandos, Abraham Carreño generó una jugada por la banda izquierda y en un “tiro centro” el rebote venció a un nobel José Antonio Rodríguez. Finalmente, el ‘chiverío’ fue silenciado por primera vez.
3-0 y el orgullo herido de quienes salieron al grito de su equipo, presumiendo sus colores en una franca actitud de: “no me duele”. Cualquier persona que haya visto a su equipo perder en un estadio entenderá de lo que hablo. Pachuca puede dormir tranquilo, pues su primer trámite contra los verdaderos grandes rindió frutos, mientras que Chivas está en un hoyo y el horno está encendido.
Omar García
@omarrgc