Una vez más nos enteramos por las redes sociales: “Asesinan a periodista mexicano". Como si se tratara de una publicación programada a la cual mes con mes le editan el nombre y la ubicación. Volvimos a comprobar que en este país se intenta acabar con la libertad de expresión. Esta vez se trató de Javier Valdez Cárdenas, fundador del medio Ríodoce, periodista de La Jornada y El Noroeste, murió por disparos a unos metros de su oficina en el estado de Sinaloa, al norte de México. Javier no solo es una de las voces más importantes para entender el narcotráfico en México, es, también, otra prueba más de que en este país te pueden asesinar por informar, denunciar, e incomodar.
El cobarde homicidio de Javier Valdez reafirma la inseguridad y crisis en que viven los periodistas y comunicadores mexicanos. En los 75 días que han transcurrido del año, siete periodistas han sido asesinados:
- Cecilio Pineda Guerrero, director del diario La Voz de la Tierra Caliente, fue asesinado el pasado 2 de marzo.
- Ricardo Monlui Cabrera, columnista en El Sol de Córdoba, fue asesinado el pasado 19 de marzo.
- Miroslava Breach Velducea, directora editorial de El Norte de Ciudad Juárez y corresponsal de La Jornada, fue asesinada el pasado 23 de marzo.
- Maximino Rodríguez Palacios, colaborador del blog Colectivo Pericú, fue asesinado el pasado 14 de abril.
- Filiberto Álvarez, locutor y periodista, fue asesinado el pasado 29 de abril.
- Javier Valdez Cárdenas, fue asesinado el 15 de mayo, en Sinaloa. Este mismo día, Sonia Córdova, subdirectora del semanario El Costeño de Autlán, también fue abatida.
México es un país trágicamente peligroso para ejercer la libertad de expresión. Desde el año 2000 a la fecha, la organización Artículo 19 ha documentado el asesinato de 106 periodistas. Ninguno de ellos debió ser asesinando ni amenazado. Ninguna familia debería pasar por este sufrimiento. Ningún lector, ningún radioescucha, ninguna sociedad debería de ser privada de la información.
Los periodistas contribuyen a una mejor comprensión de la realidad en que vivimos, su asesinato nos condena a todos. Como publicó el semanario Ríodoce, -el medio que fundó Javier-, hoy nos pegaron en el corazón:
“No podemos dejar de cubrir temas del narcotráfico, decíamos; menos ahora que el fenómeno es más amplio y profundo. Nacimos para la información, no para el silencio, sosteníamos, y nos debíamos congruencia. El problema es cómo hacerlo. Por eso tratamos de tener siempre cuidado de no cruzar esas líneas tan delgadas cuya transgresión puede significar la muerte”.
Hoy debemos exigir justicia para Javier y todas las personas que han sido calladas. Como radio universitaria creemos en la libertad de expresión. Condenamos y nos rehusamos a vivir en un país que amenaza, agrede y mata periodistas.