James Blake, de lo etéreo a la forma
Las palabras, en ocasiones, pueden resultar complicadas para un sujeto que se etiqueta como “introvertido, atado por sus inseguridades, ideas suicidas y desconfiado de un mundo inhóspito”. La timidez, su más grande debilidad. La música, su máxima fortaleza. Así, James Blake, un reservado músico y productor londinense, se expresa en Assume Form (Polydor, 2018), su cuarta producción discográfica que alude principalmente a la relación que lleva con su novia Jameela Jamil y su nueva vida en Los Ángeles.
Assume Form habla mucho de la intimidad de James Blake, pero también de la evolución sonora del productor treintañero, demostrando la facilidad que tiene para crear música y adaptarla a cualquier corriente musical, como ha quedado demostrado en las diversas colaboraciones en las que se ha visto inmerso en los últimos años. Desde la propuesta ambiental de Oneohtrix Point Never hasta el pop de Beyoncé.
El ganador del Mercury Prize por su segundo material, Overgrown (Polydor, 2013), es dueño de un estilo muy particular: vocales tenues e hipnóticas, secuencias repetitivas, ambientes oscuros y diversos matices sonoros que van desde lo sublime hasta lo estridente. Por lo tanto, es imposible encasillarlo en un solo género, y denominarlo “experimental” se quedaría corto o sería poco descriptivo para lo que Blake realmente nos ofrece.
El productor inglés se ha vuelto capaz de mezclar diversas corrientes musicales en Assume Form —lanzado bajo Polydor, sello que lo ha albergado desde su debut en 2011— y cuya característica es su sonido up-beat, en contraste con su antecesor, The Colour In Anything de 2016, el cual se sumergía en armoniosas y calmadas melodías encabezadas por el piano.
A mediados de 2018, James Blake lanzó “Don’t Miss It”, canción que significó su regreso después de 3 años y que a la postre se volvería el primer sencillo de Assume Form. Un cadencioso corte impregnado por el dramatismo de las notas graves del piano. La revista Pitchfork la etiquetó como “una canción de un chico triste”.
Enseguida, el británico respondió al respecto, un tanto indignado, mediante una carta que publicó vía Twitter, sobre lo problemático que puede ser referirse como “un chico triste” hacia los hombres que simplemente hablan abiertamente sobre sus sentimientos, lo que contribuye a la estigmatización de la emotividad masculina.
“Don’t Miss It” fue producida por Dominic Maker de Mount Kimbie, quien se encargó también de coproducir el disco en su totalidad.
La canción que le da nombre al álbum es una invitación a salir de lo etéreo para tomar forma como ser humano. “Assume Form”, con casi cinco minutos de duración, introduce de manera perfecta a la producción de 12 cortes, con sonidos sombríos que contrastan con las vocales de James en el coro cuando, de forma esperanzadora, canta “I will assume form, I'll be out of my head this time”. Envuelto en drama, se perciben finos arreglos de cuerda que amenizan la amarga melodía. Entre líneas, se escucha:
“It feels like like a thousand pounds of weight holding your body down in a pool of water, barely reaching your chin”
La frase es un sampler del poema “Depression” de Adam Tench, e interpretada por Rage Almighty, que refiere al significado de la depresión, según el autor.
El cuarto largo, bajo el claro discurso de llevar su música a más oídos, es el más pop que le hemos conocido a Blake, con la virtud de conservar su propio estilo, añadiendo una variedad de sonidos entre R&B, hip-hop, trap y electropop. Cuando Blake colaboró con Beyoncé en los temas “Pray You Catch Me” y “Forward” del disco Lemonade (Parkwood Records, 2016), su perspectiva sobre su lugar en el mundo de la música cambió considerablemente, pues él se autodefinía como “un músico de músicos” y que su trabajo yacería por debajo de la música ‘mainstream’.
Enseguida, Blake se puso activo y compartió su talento con Jay Z en su álbum 4:44 (Roc Nation, 2017); colaboró también en el ganador del Pulitzer en 2018, Damn (Top Dawg, 2017), de Kendrick Lamar; hizo lo propio con Love What Survives (Warp, 2017) del dúo inglés Mount Kimbie; apoyó con la producción del octavo trabajo de estudio de Oneohtrix Point Never, Age Of (Warp, 2018); y en la canción “Stop Trying to Be God” del Astroworld (Cactus Jack, 2018), tercer material de Travis Scott.
Dicho ajetreo le sirvió a Blake para crear buenas relaciones y hacerse de su apoyo para concebir su propio material, el cual comenzó a cocinar durante el primer semestre de 2017. Apostar por las colaboraciones puede resultar una jugada arriesgada que conlleva a diversos cuestionamientos: si el ingenio del artista es limitado como para recurrir a la creatividad o fama de otros, si acaso requiere del impulso de artistas populares como un trampolín a la fama —si no, preguntenle a Damon Albarn— y demás suposiciones. Lo que es cierto es que la colaboración con Travis Scott es uno de tantas que aportaron con su talento a la creación de Assume Form, acompañando a Blake en las vocales de “Mile High”, canción que fue lanzada como segundo sencillo un día antes de la salida del disco. Con sonido más ameno y propio de la escena R&B, el corte está envuelto de sensualidad y tonos neón. Las colaboraciones continúan con Moses Sumney, quien pone de su cosecha y estilo en “Tell Them”, cuyo sonido trap invita a una especie de ritual árabe que encauza al trance. Ambos cortes cuentan con la coproducción de Metro Boomin.
Sin duda la canción que estalla en erotismo sonoro es “Barefoot In The Park”, endulzada por por la flamante voz de Rosalía, de majestuoso timbre, rasposo y potente. La joven española que reinventó el Flamenco, sorprendió al británico con su disco debut Los Ángeles (Universal, 2017), quien no dudó en invitarla de inmediato. “Hasta allá te encontraría, como el río va a la mar” se le puede escuchar a Blake acompañando a Rosalía, que interpreta la canción con la crudeza y vulnerabilidad que le caracteriza.
A mediados de mayo de 2018, Blake y André 3000 se reunieron para hacer música; en aquella ocasión, el integrante de Outkast trabajaba en una canción para su EP titulada “Look Ma No Hands”, track de 17 minutos de duración donde André habla sobre su familia y en la cual es acompañado del productor británico en el piano. El par no dudó en perder ni un segundo de tiempo, pues aprovecharon para trabajar en “Where’s The Catch?”. Una de las piezas más rítmicas, con cierta oscuridad pero de líricas afables que cuestionan, de manera sutil y sin amedrentar, el por qué elegimos darle mayor valor a lo negativo. El optimismo de Blake vuelve a hacerse presente cuando dice “But everything's rose, everything's rose | Everything's rose now”, refiriendose a que, después de todo, las cosas van a mejorar. Le acompaña un interesante sampler de voz angelical, fragmentos de “Fire” de la Hermana Irene O’Connor.
Otros sampleos que utilizaron Blake y Maker son los de “La Contessa, Incontro”—original del compositor Bruno Nicolai— en “I’ll Come Too” y "It Feels So Good to Be Loved”, compuesta por Teddy Randazzo e interpretada por The Manhattans en 1977, para la canción “Can't Believe the Way We Flow”, uno de los tracks más románticos del disco.
James Blake lo hizo de nuevo: a lo largo de la producción, con su característico sonido, viaja de lo sombrío a lo alentador, de ida y vuelta, en una especie de onda senoidal que sube y baja de manera armónica. Ofrece diversidad en sonidos, bajo un solo concepto, sin romper con su sello. El chico tímido de Londres se muestra completamente desnudo, sentimental y sincero. Después de todo, las palabras sobran cuando lo puedes decir con música.