Existe la idea de un limbo post-mortem en donde la luz es blanca y las paradojas interminables. No importa la dirección que se tome, siempre se llega al mismo lugar y es casi imposible salir de ahí y avanzar hacia el desconocido “final”. Broadcast es una banda que con su sonido disonante de electrónica fantasmal, parece estar condenada a vagar eternamente en ese estado de incertidumbre, pues los cambios en su alineación han sido varios. Profecías fatídicas acechan a esta banda de espectros psicodélicos: una sentencia funesta se cierne sobre su estética, música e incluso los propios miembros de la banda, que al salir su primer álbum eran originalmente cuatro. Después de que Stevens y Felton dejaran la banda por diferentes motivos, James Cargill (bajista) y Trish Keenan (vocalista) continuaron con Broadcast y lanzaron un poderoso álbum titulado Tender Buttons en 2005. Pero las cartas estaban echadas, y después de un tenebroso álbum en colaboración con The Focus Group, una verdadera desgracia asaltó a su alineación. Trish Keenan murió –tal vez– antes de tiempo en 2011 a causa de neumonía y Cargill quedó como el trágico integrante final de Broadcast.
Con la coexistencia entre voces perdidas y cuerpos presentes, Broadcast es como una casa embrujada, que cruje y asusta; pero que tiene un magnetismo inexplicable que atrae toda la atención hacia ese lugar. Hay un augurio sobre los infortunios que podrían ocurrir en esa mansión, y en el caso de Broadcast ese augurio es su segundo álbum Haha Sound (2003); donde los todavía cuatro integrantes de Broadcast consolidan su sonido y obligan a las miradas –inconscientemente– a voltearse hacia ellos.
Este 2013 Haha Sound celebra el décimo aniversario desde su lanzamiento, y a pesar de que no todos los miembros de la banda lo podrán atestiguar, se ha convertido en uno de los álbumes más relevantes de los años dosmiles por su contribución a la historia musical en la que mezcla lo electrónico y lo análogo. Como el álbum más reconocido de estos ingleses, es la clave para entender su esencia atemporal. Aunque ésta tiene similitudes con la de varios de sus contemporáneos electrónicos como Portishead o Ladytron, intercala géneros y los une bajo un mismo encuadre misterioso y “de culto” que le da a Broadcast la singularidad que la separa de otros artistas y géneros.
Tocadas en vivo, las canciones de Haha Sound conservaban esa naturaleza enigmática que las caracteriza gracias a la interpretación que les daban los integrantes de la banda. Como perdidos en un universo paralelo y mientras Trish Keenan apuntaba su mirada directo al alma de quien escuchaba, Broadcast jugaba con el tiempo como si fueran visiones o ánimas capaces de moldearlo con libertad.
Aunque el enfoque fue más fuerte y psicodélico que el su álbum debut, Ha Ha Sound no fue precisamente el cambio más radical dentro de la discografía de Broadcast. Lo que sí es: un elemento indispensable que lo hizo un grupo exitoso y que abrió el camino para materiales más perturbados como Broadcast and The Focus Group Investigate Witch Cults of the Radio Age. Haha Sound, la obra que consolida a Broadcast como banda, es el segundo y último grito unánime que darán Stevens, Felton, Keenan y Cargill antes de desintegrarse y quedar escondidos entre los fragmentos inmortales que dejaron detrás de ellos.