En el estadio Soccer City de Johannesburgo, Sudáfrica, se oye gritar a coro a toda la selección Uruguaya que, minutos atrás, eliminó a la selección de Ghana en penales: “es la mano de dios, es la mano de dios”, “es la mano de dios, es la mano de dios”… En medio de todos ellos, Luis Suárez es felicitado, acariciado, zapeado y todo lo que se puede desbordar, después de un agónico pase a semifinales de la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010… Desde sus comienzos en el Club Nacional de su país, Suárez se destacó por ser encarador y atrevido a la hora de enfrentar defensas rivales, bien podía definir una jugada o crearla para asistir a alguno de sus compañeros. A año y medio de su debut, el CF Groningen de Holanda, lo compró por tan sólo un millón de dólares para una temporada después, vender su carta por 7.5 mdd al Ajax de Ámsterdam, en donde explotaría al máximo su jerarquía y capacidad goleadora. Su primer gran temporada fue la 2009-10, en donde con sólo 23 años, se convirtió en capitán del legendario club holandés y ganó la Copa Holandesa y el goleo individual, dejándolo a punto para el mundial africano que se avecinaba.
Su capacidad a la hora de enfrentar los partidos importantes nunca ha estado en duda y es usual que el uruguayo, recrimine a sus compañeros la falta de movilidad o que no le pasen la pelota cuando él la pide. Clásicas se han vuelto las discusiones con su compañero de equipo Daniel Sturridge o bien, con defensas rivales a las que busca sacar de sus casillas como cuando discutió con Patrice Evra del Manchester United, refiriéndole insultos racistas. El francés hizo pública la discusión y Suárez fue suspendido 8 partidos en su temporada debut en Inglaterra. Desde entonces, ambos jugadores se miran con cuidado.
Luis Suárez entiende que en la cancha como cuando se juega en las calles de niño, todo es válido para obtener una mínima ventaja, aunque sea con acciones ilícitas. Ha sido tachado de clavadista del área, racista y hasta caníbal. Los datos no mienten y por morder a Otman Bakkal del PSV cuando jugaba en el Ajax, le costaron 7 juegos de suspensión antes de llegar a los Reds pero la sanción no pareció afectarle. Ya en el Liverpool el uruguayo lo volvió a hacer pero ahora su víctima fue Branislav Ivanovic, a quien mordió en el brazo cuando disputaban el balón en un tiro de esquina. Diez partidos de suspensión lo dejaron fuera de las canchas al final de la temporada pasada y al principio de la actual. Su nueva inactividad no le hizo perder su calidad pero si se vislumbró la idea de que sería traspasado a otro club por su vasta trayectoria de indisciplinas, incluso referentes del Liverpool lo tacharon de non grato para un club de tanto prestigio. Brendan Rodgers (su actual entrenador) no aceptó dichas desacreditaciones y de hecho, plateó a la directiva aumentarle el sueldo y convertir a uno de los delanteros más letales de toda Europa en el mejor pagado en la historia del FC Liverpool. Esa idea que a principio de temporada pareció impensable, ha llevado al uruguayo a ser el goleador de la Liga Premier y ser nominado por segunda vez consecutiva al jugador del año en Inglaterra, parece que todo va viento en popa para el uruguayo. Héroe y villano, es en lo que Suárez se convierte, cuando entra a un campo de juego.
Sus cualidades lo vuelven indispensable en ese tridente ofensivo que tanto le ha dado a Uruguay desde hace 4 años a lado de Edinson Cavani y Diago Forlán, tres delanteros de época que sin duda, serán de cuidado para cualquier rival…
Es el último minuto de los 120 que se han jugado. Un tiro directo es cobrado a favor de Ghana y prolongado por la cabeza de Boateng al área chica… hay mucha gente. Un remate de Appiah se dirige a la red uruguaya pero Luis Suárez bloquea el balón con su pie. El contrarremate indica que la pelota debería entrar en la portería charrúa pero la red no se mueve. Hay reclamos, gritos, un árbitro, tarjeta roja. Luis Suárez se desentiende pero sabe lo que hizo… lo demás es historia, Gyan falló el penal, Uruguay anotó los definitivos y la semifinal se hizo posible. Una nueva mano de Dios apareció, esa que sólo la picardía de Luís Suárez podía crear.
Por: Irad León
@IradLeon