Coyoacán se vio sumergido en un fin de semana anormal: con mezclas entre religión, personajes de películas, cómics, y semi humanos traídos directo de ultra tumba, el centro y la Feria del Pan de Muerto y el chocolate caliente - que igual se llevó a cabo durante el fin de semana - hicieron de la zona una verdadera pasarela inhumana de modelos desconcertantes. Cada personaje era alter ego de un individuo distinto, cada uno tenía un discurso detrás de su imagen y, cual recetario de cocina, se encontraron personajes tan diversos como el ADN que iluminaron la obscuridad de Coyoacán con aditamentos poco convencionales.