Por @AlanisMoon Beck Hansen no es un perdedor, aunque se esfuerce en hacernos creer eso. A lo largo de los años, su música ha redondeado —como buen artista— gran cantidad de estilos y experimentación: el "alternativo" dicen unos, el "anti-folk" dicen otros, el "indie" dicen los que se la quieren sacar fácil. Las etiquetas están de más. Es un innovador en tiempos donde el pop parece ser la única alternativa viable para pegar en el mercado de la voracidad.

Modern Guilt (2008), aquel álbum inspirado en los sonidos sesenteros, fue la más reciente producción que Beck ha entregado. Pero la espera está llegando a su fin. Beck está por sacar dos álbumes: uno acústico, el otro, el formal sucesor del Modern Guilt. Allá por junio, "Defriended" sirvió como calentamiento. Como una entrada exótica que no se incluiría en el plato fuerte, la canción no estará en ninguno de los dos, pero siempre se agradecerá. Después vino "It Won't Be Long", otro single que tampoco estará en los discos.

Hoy, llega "Gimme". De nuevo, otro sencillo solitario. Uno corto y con un bonito arte al óleo. Suena a Beck, suena experimental; voces que se atropellan para complementarse y un bajo que es la única guía a la cual aferrarse. Otra entrada más. Toca una de cocina experimental —de la que llaman derridianamente: deconstruida—, que se puede adquirir en el sitio de Beck como vinilo, con una mezcla de 30 minutos que seguro es un deleite.

Ya sírvanos los platos fuertes, chef Beck, tenemos hambre.