Llevaba una buena parte de su tour persiguiéndolo y nada más no lograba entrevistarlo. Tenía que entregar la nota antes del 9 de mayo porque ese día era el Festival Ceremonia y él iba a estar ahí. Me di por vencida 3 días antes de la presentación estelar y la única solución que encontré adecuada era un mezcal. Lo perseguí en Nueva York, Los Ángeles e Indio, California –los lugares donde se presentó durante abril– y no había logrado nada. Me postré enfrente de sus hoteles, fui a los antros a los que él iba, y me paraba junto al resto de la prensa, y aún así no había conseguido ni una sola respuesta a mis preguntas.
En la desesperación, ahogando mis problemas, lo encontré. Sentado en un bar solitario de la colonia Roma, con una cerveza oscura en mano y gente cercana haciéndole un poco de conversación, sin que él les pusiera mucha atención. Me bebí el mezcal que tenía en mano y me le acerqué, pues esta era la única oportunidad que iba a tener, y lo peor que podía pasar es que de todas formas no consiguiera nada.
Me acerqué a Nicholas James Murphy, ahora portador del nombre Chet Faker. Cuando estaba a un paso de alcanzarlo, uno de sus acompañantes –supongo que su guardaespaldas– se me paró enfrente, con mirada intimidante y una ceja levantada. Asomé la cabeza por uno de sus costados y le expliqué al músico mi situación. Se le dibujó una sonrisa en la cara, escondida entre su magnífica barba, y le puso una mano en el brazo a su acompañante mientras asentía con los ojos cerrados.
Se movía con el mismo ritmo que la música de su más reciente disco Built On Glass (Future Classic/Opulent, 2014). Con bajos suaves pero ricos y percusiones profundas, mantuvo el mood sensual, y un temple que demostraba comodidad.
SV: Gracias por dejar que me quede. Me estás resolviendo la vida de formas inimaginables.
CF: Por nada. Siempre me han gustado las entrevistas con un formato diferente. Ya sabes, la cuestión de la creatividad y esas cosas. Yo lo busco constantemente en mi trabajo, creo que lo mínimo que puedo hacer es, si alguien me busca con intenciones de fomentar esto que yo tanto persigo, ayudar a encontrarlo.
SV: ¿Eso es lo que buscabas cuando te encerraste antes de sacar tu LP? ¿Creatividad?
CF: Eso, entre otras cosas. A veces es importante dejar de recibir estímulos por todas partes, y otras veces lo que se necesita es justo eso. En ese momento de mi vida, lo que necesitaba era ponerme a hacer las cosas sin tantas distracciones; necesitaba ensimismarme para obtener el disco que quería: una representación musical de lo que soy yo.
SV: ¿Y qué eran las 12 canciones que supuestamente ibas a publicar antes?
CF: Lo que pasó es que ese “álbum” (hizo el gesto de las comillas con los dedos) era algo que no era yo. No sé, como que me concentré tanto en gustarle a todos, que terminé no gustándome a mí. Después de eso fue que decidí encerrarme, para poder reflejar lo que de verdad es mío, y no lo que los demás quieren que enseñe. Es el primer álbum que es completamente yo; soy yo hecho música.
SV: ¿Y eso qué tiene que ver con el título?
CF: Todo. Absolutamente todo. La gente tiene una manía muy extraña de poner en pedestal todo lo que tenga un marco de vidrio. Puede ser una cochinada, pero si tiene ese marco, es una obra de arte, y por eso le puse así; el álbum es sólo mi vida, pero por el hecho de que esté en ese formato, la gente lo ve como mucho más de lo que es.
SV: Tu fama fue bastante espontánea, ¿no?
CF: Sí, fue, prácticamente, de la noche a la mañana. Hice el cover de “No Diggity” una noche que regresé tarde a mi casa. La tenía en la mente y decidí hacer ese arreglo. Poco después una chava me pidió el mp3 para subirlo a su blog. A partir de eso todo cambió. Definitivamente fue raro. Como todo fue más o menos de un día al otro, no esperaba nada, y de repente ya había muchas más cosas en mi vida que antes, y estas incluyen responsabilidades o cosas que no quiero hacer. Como dar entrevistas, a veces. (risas simpáticas).
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SV: Sí. perdón. Llegué de manera bastante invasiva, y estabas aquí con tus amigos.
CF: En realidad estoy aquí para escribir, intentando retomar un poco la rutina, pero soy bastante malo para eso, nada que ver con Harley (Flume), él sí que sabe trabajar. Mi ética del trabajo es tan variable como mi humor: ¡gracias papá y mamá! (risas)
SV: ¿Papá y mamá?
CF: Siempre he creído que el contacto que tengo con mis emociones está directamente relacionado con cómo me educaron mis papás. Los dos escuchaban música muy diferente, mi madre siempre con Motown, mi papá con música relajada tipo Ibiza. Creo que la combinación de eso, y de ellos dos son lo que dieron forma a mi música.
SV: ¿Me puedes platicar un poco de la colaboración con Flume?
CF: Sí, claro. Fue justo en mi época de recluimiento. Harley me llamó y me dijo que quería trabajar conmigo. Primero pensé que iba en contra de las reglas, pero después me di cuenta que era algo que de verdad quería hacer, así que decidí rehacer mis propias reglas y acceder. Nos fuimos a una casa de playa por unos días a trabajar en el Lockjaw EP. Al regresar, como por arte de magia, escribí “Melt”. Fue casi tan serendipitous como “No Diggity”. No planeaba que mi lanzamiento al éxito fuera así, en lo más mínimo. Fue raro, feo a ratos, pero pues es lo que he querido desde que tengo quince años, entonces está bien.
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SV: ¿Y te emociona regresar a México?
CF: ¡Sí! Por supuesto. El octubre pasado en el Lunario estuvo increíble. Gran público. Espero tener una respuesta parecida en el Centro Dinámico Pegaso el sábado. Estoy muy emocionado, y compartir espacio con músicos como Snoop Dogg, Jungle, The Horrors, entre muchísimos otros más, está increíble.
En ese momento, el personaje que me había intentado detener al principio, se acercó a él y le susurró algo. Se retiró. Faker me volteó a ver, se disculpó con un guiño acompañado de una sonrisa y se fué sin decir más.
Me quedé mirando al vacío. Poco a poco me di cuenta cómo mi mente iba regresando al aquí y ahora, pues la situación me había dejado en estado alterado. Respiré –cosa que al parecer no había hecho en un buen rato– y volteé a ver mis manos; sostenía mis dos onzas de mezcal intactas. Di un recorrido al lugar con la mirada y estaba en el mismo estado que cuando llegué. Había entrevistado a Nicholas J. Murphy, estaba segura. Lo había visto y sentido con claridad... Pasaron los segundos y esa nitidez se fue difuminó hasta darme cuenta que todo había sucedido dentro de mi cabeza. No hablé con nadie, pero tenía todas las respuestas que necesitaba y algo que escribir: cómo nunca entrevisté a Chet Faker.
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