En menos de 37 minutos Bob Dylan se convirtió en leyenda
Por: Delia M @Estoespop
Bob Dylan llegó a Nueva York a principios de 1961. Dejó en su natal Minnesota a Robert Zimmerman y borró su pasado. Empezó a trabajar su propia mitología.
Ya en la ciudad, se estableció rápidamente como una nueva voz en el mundo musical del Village; se le encontraba por todos lados. Consiguió algunos contratos como músico de estudio tocando armónica con Harry Belafonte, Big Joe Williamson y Victoria Spivey (la de la contraportada de New Morning).
Dylan logró impresionar al critico musical del diario New York Times, Robert Shelton, quien publicó una nota laudatoria y esto coincidió con conocer a John Hammond en una sesión con la cantante Caroline Hester, a la cual Hammond produce.
John Hammond es un productor visionario. Por esa época acababa de descubrir a Aretha Franklin, y ya había revivido la carrera del bluesista Robert Johnson.
Entre otros, le tenemos que agradecer la música de Billie Holiday, Count Basie, Pete Seeger, Leonard Cohen y Bruce Springsteen.
Hammond se impresionó con Dylan y le ofreció un contrato de grabación de cinco discos en Columbia.
Bob Dylan tenía 20 años cuando grabó este álbum epónimo, una colección de blues y canciones tradicionales abiertamente al estilo de Woody Guthrie, un cantautor famoso por sus baladas que reflejaban la lucha de la clase trabajadora. Este disco se grabó rápidamente en dos sesiones de tres horas durante dos días, y tuvo un costo de 400 dólares. Se lanzó el 19 de marzo de 1962.
En cuanto apareció el disco ya sonaba obsoleto; la evolución de Dylan fue muy rápida.
La importancia de este primer disco de Dylan es que trazó muy claramente lo que venía.
En su momento no tuvo un impacto en términos del público, se vendieron menos de 5,000 unidades. Se consideró un fracaso comercial. Nadie creía en Dylan en discos Columbia, por eso se le llamaba la “Locura de Hammond’.
Dylan ya estaba totalmente formado cuando llegó al estudio de grabación. Su rasgueo en la guitarra era muy definido y era genial con la armónica. Ya tenía esa calidad magnética que le acercaba al público, poseía una gran presencia escénica, y su apariencia lo acercaba a su ídolo Woody Guthrie, con el que había logrado establecer una relación y al cual canalizaba en su forma de vestir, inflexiones de voz y estilo de vida.
En este disco escuchamos a los demás en voz de Dylan, una colección de gospel, country, canciones tradicionales que cuando son de folk suenan a los intérpretes originales, pero ya en el terreno del blues nos muestran a un cantante más interesante.
Los arreglos folk fueron cooptados de sus colegas del Village; a Dave Van Ronk, “el alcalde de la calle Mcdougal” le debe la versión de “House of The Rising Sun” que Van Ronk pensaba utilizar en su propio disco, estableciendo una diferencia entre ellos por esto.
Rick Von Schmidt recibió agradecimiento en la grabación de “Baby Let me Follow you down”.
En este primer disco incluyó “In my time of dying”, “Man of Constant Sorrow”, “Fixin’ to Die” del bluesista Bukka White, “See that my grave is kept clean” de Blind Lemon Jefferson, piezas muy dark, para alguien tan joven.
“Gospel Plow” formaba parte del repetorio de Odetta, y “Highway 51” es la carretera que los afro-americanos tomaban en su migración al norte.
Dylan refleja su preocupación por la muerte y las injusticias del mundo en el material que escoge.
Hay sólo dos piezas de autoría de Bob: “Talkin’ New York”, un blues platicado o “Talkin’ blues” que es un estilo que popularizó Woody Guthrie en los años 40. Aquí nos ofrece una visión un tanto cínica de su andar por el Village en los cafés cantantes. Históricamente es la primera pieza grabada de su autoría. Y “Song for Woody”, la rola homenaje a Guthrie, donde menciona a Cisco, Sonny y Leadbelly; esta basada en “1913 Massacre”, una canción de Woody que relata la muerte de unos mineros en la navidad de 1913.
Este es el primer disco de un gran artista. Después de este comienzo, Dylan empezó a escribir material original, basado en el folk, con visos a revolucionarlo.
De este debut a su segundo disco The Freewhelin’ Bob Dylan (1963) hubo un salto de lo interesante a lo brillante.
En estos 36 minutos Bob Dylan se establece en leyenda.
Los invito este sábado 11 de junio a las 5 de la tarde por Ibero909.9FM al #Vintage909, donde pasaremos una tarde de folk acústico, celebrando 60 años del epónimo Bob Dylan.
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