Es lunes, suena tu alarma y otra vez. Empieza la semana. Agarras los lentes o sacas los pies de la cama y ves tu celular. Corroboras que no fue una pesadilla. Cualquier individuo que viva en la Ciudad de México se va a enterar. El que es aficionado del América no durmió, por el alcohol o por el júbilo de anoche. El que es aficionado del Cruz azul aún piensa que solo fue un sueño. Un sueño roto. Tal vez una pesadilla.
Precisamente ayer domingo en la mañana, me cuestionaba con un amigo las frustraciones de un deportista en su vida, en este caso un futbolista. Desde niño juego futbol, vivo y respiro ese deporte. Ayer aterricé en mi mente, la fuerza que debe tener un futbolista de no doblarse. ¿Cómo lo hace un jugador, aficionado o directivo del Cruz Azul?
Como nunca en su vida, eran favoritos a ganar. Todo el mundo lo creía, hasta lo propios americanistas. Les sucedió como al Quijote, un Sueño Imposible. Conmoción y parálisis fue la reacción de los humanos. De todos. A los que no les interesa el deporte y los más aficionados se enteraron por algún noticiero del gol del portero. (¡!)
Pongamos sobre la mesa lo que sucedió. Cerca de 120 minutos con diez jugadores. Dos goles en contra. Más de 100 mil personas agonizando. Mas de tres atajadas únicas de Moisés Muñoz, arquero del América. Atajadas y benevolencias de los tibios atacantes azules. Un triste pasado de siete finales sin ganar. Un campeonato de una demeritada Copa MX. Sin olvidar que desde hace 15 años no conocen la gloria en la Liga.
Ni el final más feliz creado por Disney hubiese adelantado una consumación semejante. Con lluvia de por medio por la regla del dramatismo. Bastaron cinco minutos eternos y raquíticos a la vez. ¿Un gol de cabeza del guardameta en una final? Ningún guión contiene esto. Lo anímico era de los amarillos. Moisés, el que abre los mares, no se sació con un gol. Atajó un penal con los pies. La mejor manera que un portero lo puede hacer.
Timorato fue Guillermo Vázquez. Sus decisiones sencillas y sin reto. Tres contenciones de inicio era un insulto al espectáculo. Sacó a sus velocistas como Pablo Barrera y Teófilo Gutiérrez para el contragolpe. Murmulló en su último aliento frente al título: “Porqué se fue y porqué murió”
Los personajes de pantalón largo gritaron como enfermos inhumanos y festejaron bajo la lluvia, eso siempre será bienvenido en el balompié. Que si Televisa representa lo peor de nuestro país, sí. Que si Emilio Azcárraga causa polémica, cierto. Pero no poder separar el futbol de sus dueños o los intereses de por medio, es no entender el deporte como tal. Personalmente agradezco ver a Joseph Guardiola derrapándose en el césped cuando fue campeón como director técnico del Barcelona. Alabo a José Mourinho cuando se arrodilló vestido de traje en un campo de futbol. Y mas aún, agradezco al Miguel Herrera transmitir esa pasión. Arrodillarse y vociferar como lo hizo el día de ayer.
Y le digo al América como diría Tin Tan en la letra de Tus besos. “Y no me cansaré de bendecir, tanta dulzura”.