El Ángel como anti-monumento: a una semana de la marcha feminista
Por: Ana Garduño
Las portadas de las noticias nacionales del sábado 17 de Agosto estaban repletas de titulares que anunciaban los destrozos en las oficinas de la policía, estaciones del metrobús, calles de la ciudad y domicilios privados hechos por las asistentes a la marcha feminista convocada un viernes antes y que inundó la ciudad de brillantina rosa como símbolo adoptado de protesta.
A estos hechos se sumó la agresión a un reportero que se viralizó en redes sociales y que fue difundido y denunciado ampliamente por múltiples medios de comunicación. Sin embargo, el acontecimiento que acaparó más miradas y que desató confrontaciones, debates y discusiones acaloradas en apoyo o desapruebo entre los usuarios de Twitter fue la de un monumento emblemático y definitivo para la nación entera que amaneció aquel 17 de agosto repleto de pintas que enunciaban consignas y frases catárticas provenientes de un espíritu de hartazgo frente a la violencia de género: El Ángel de la Independencia.
Las fotografías del ícono de la capital por excelencia vandalizado y las reacciones frente al hecho que hasta hoy no han parado comenzaron a ser tendencia en el país desde la noche del viernes. Muchas de ellas justificando la alteración del monumento como un último recurso para protestar y argumentando que no es posible que a las personas les enojara más unas pintas que se arreglan a la muerte y vejación de miles de mujeres.
El acto vandálico supuso una respuesta por parte del gobierno que muchos esperaban considerando las declaraciones que hizo la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum el día de la primera manifestación donde fueron destrozadas las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia: el que la protesta era un acto de “provocación” dentro de la cual no iban a caer y el que se abrirían carpetas de investigación contra las personas que hayan pintado el monumento.
El Ángel de la Independencia ha sido para los gobiernos mexicanos mucho más que un memorándum a la independencia del país: el Ángel representa turismo, representa estabilidad, representa progreso, elegancia, riqueza, identidad cultural e histórica.
Valores que crean una visión irreal de México, símbolo que detrás de él esconde toda la miseria en la que los mexicanos están sumergidos, estatua de oro en medio de un país que no es estable en lo absoluto, cuyo progreso sólo parece ser para los más ricos y poderosos, riqueza para algunos, heredada de muchos años de conflicto político, identidad cultural para el México rico.
Era una pieza emblemática desde que se inauguró en 1910 para conmemorar el Centenario de la independencia de México por el entonces presidente de México, Porfirio Díaz. Fue construido por el arquitecto Antonio Rivas Mercado.
La estatua Victoria Alada sostiene una corona de laurel y una cadena rota de tres eslabones. La columna se levanta sobre un pedestal escalonado completado por diferentes estatuas e inscripciones alegóricas a la independencia de nuestro país.
Hasta que el pasado 16 de agosto de 2019 se le quitó el vestido y como México, se descubrió toda la suciedad escondida detrás de todo el aire de grandeza. Finalmente representando al verdadero México y no a un ideal porfirista: un México de violencia, muerte, clasismo, racismo, sexismo y de un país feminicida.
Anti-monumento es un concepto muy interesante, nacido en el país, y concretamente en la Ciudad de México (lo que hace a estas piezas una forma de protesta única en el mundo) en el que la ciudadanía levanta una escultura como forma de protesta ante un hecho de represión cometido por el gobierno.
Piezas mágicas que los gobiernos no tocan (al menos hasta ahora) y que quedan como una sombra de vergüenza fuera de las instancias gubernamentales o paseos importantes que todo el tiempo recuerdan, así como lo monumentos oficiales, que México está sufriendo, como escribió el periodista Héctor Zamarrón en una entrada de columna para Milenio dedicada exclusivamente a estas piezas:
“Son recordatorios amargos de que en México los jóvenes mueren en fosas, a balazos o disueltos en ácido, tiempos líquidos donde el asombro y el espanto no tienen límites”
La Ciudad de México ya tiene su pieza dedicada a los feminicidios en la avenida Juárez pero aunque las pintas ya fueron borradas, el acto vandálico contra el Ángel de la Independencia ha tenido tal valor de shock, tal difusión y discusión que podría considerarse ya un anti-monumento, pues no sólo recuerda al gobierno y a la ciudadanía que todos los días en este país matan mujeres a diario, sino que transgredió un símbolo político importante dándole una carga semiótica completamente diferente a la original.
Le han dado un nuevo significado para muchos en un grito que resonó en toda la ciudad y que decía: ¡POR FAVOR ESCÚCHENNOS, NOS ESTÁN MATANDO Y EL GOBIERNO NO HACE NADA!