por Re Esteva Mustangs negros, bunkers oscurecidos y tiroteos en una cantina. Nada de eso suena muy femenino, pero Deap Vally, el dúo de Lindsey Troy y Julie Edwards –quienes irónicamente se conocieron en una fina clase de costura– se adueña de ese mundo pesado con un blues simplificado hasta el hueso y un ambiente sonoro de bar de mala muerte.
Éstas infames fieras del rock vestidas en daisy-dukes, botas texanas y chamarras de cuero, ni siquiera se molestan en agregarle bajo a su sonido; tan sucio y férreo que no necesita más instrumentación de la poca que ya tiene: guitarra, batería y voz. Para ellas –y según sus letras– la vida es muy corta y el drama demasiado agotador. Lo que quieren es hacer ruido, pasarla bien y hacer dinero en el proceso.
Sus dos sencillos son una intoxicación de guitarrazos densos y gritos combativos que traen a la mente a bandas como The Kills y The Dead Weather, en donde el factor común es la fuerza devastadora de Alison Mosshart. Aunque Deap Vally lleva poco tiempo en la escena, el dúo ya ha compartido escenario con bandas como The Vaccines y Muse y ha aparecido en varios festivales. El 2013 puede ser un año importante para estas californianas, pues además de ser parte del lineup de Coachella, se presentarán por Europa con Mumford & Sons y acaban de anunciar el lanzamiento próximo de un álbum debut bajo Island Records.
La estética de la cultura estadounidense puede ser vista como vulgar y estruendosa o brava y potente; Deap Vally es ambas. De día, Lindsey y Julie nadan en bikini y luego comen pizza envueltas en banderas de su país. De noche, toman whisky directo de la botella, se fuman quién sabe qué, y lo que exhalan es un sonido ensordecedor de destrucción. Deap Vally tiene un estilo tan perfectamente fusionado que a estas femme fatale, tocar parece resultarles tan fácil como maquillarse y beber cerveza.