Escrito por Alma Ferrer: @mimixx Quiero rescatar el contexto de festivales de música, que en los últimos años ha acontecido dentro y fuera de la ciudad de México. Se genera una reflexión sobre la carencia de "cultura de festival" que existe actualmente, partiendo desde una experiencia personal que no intenta comparar la situación de México con algún otro país.
Como bien sabemos en los últimos años se ha acrecentado el interés hacia éste tipo de plataformas, pero de igual modo se ha incrementado la oferta de éstas mismas, como olvidar aquél festival llamado Mx Beat que tan esperado era año con año, no por su proximidad o acceso sino por la amplia gama de artistas que éste ofrecía, o como no hacer alusión a festivales importantes como el Vive Latino y Mutek que con el paso del tiempo se han establecido como referentes del interés del público mexicano hacia la música ya sea electrónica, rock o sus demás derivados.
Es entonces que si nos colocamos desde la perspectiva del espectador, en algunas ocasiones nos hemos percatado de cuestiones de producción, logística o difusión mal logradas; sin embargo, casi nunca recurrimos a colocarnos en una posición crítica hacia nosotros mismos como usuarios. Claro está que para esto debemos dejar de lado algunas cuestiones en torno a la crítica política de la cultura juvenil y referirnos más al cuidado que no solemos dar a los espacios o al desarrollo de los mismos.
El problema principal comúnmente obviado, se refiere a la conducta que nosotros como humanos racionales deberíamos poseer, cuestiones de respeto, tolerancia y procuración entre muchas más, no sólo con las personas sino pensando a los festivales como plataformas dependientes de la retroalimentación de su público.
Incluso, hubiera sido prudente comenzar este texto con un comentario que la semana pasada escuché por la radio, denominan "fiesta" a un festival y recordé una experiencia con un festival del año pasado en el que varios amigos y yo nos preguntábamos dónde había quedado su carácter de festival. No quiero indicar con esto que un festival no pueda señalarse como una fiesta no obstante, quiero sugerir preguntarnos a qué tipo de fiesta nos gustaría acudir, tal vez a una fiesta privada, a una fiesta pública pero costosa, a una fiesta cualquiera para embriagarnos o a una fiesta para celebrar y congregarnos en torno a un mismo interés.
A pesar de todas estas posibilidades, podría permitirme sugerir acudir a todos éstos festivales tanto ya consagrados como emergentes de la manera más inocente posible, con sed de conocer, de disfrutar y pasarla bien, esto es, presentándonos a las actividades que puedan aproximarnos al festival en sí y como es evidente, con una conciencia que permita conservar estos instrumentos de recreación experiencial de la manera más óptima posible impidiéndoles pasar al simple recuerdo de la nostalgia, respetando el trabajo de los artistas que en éstos espacios se presenten ya que finalmente un festival tiene como propósito promover y conservar la cultura musical.
*Bibliografía de soporte: Gilbert Jeremy, Discographies: Dance Music Culture and the Politics of Sound, Routledge, 1999.