En su octava edición la Feria de las Culturas Amigas, vuelve a reunir en la Plaza de la Constitución a más de 90 países que traen consigo, una pequeña prueba de sus tradiciones. Del 21 al 5 de junio (De 11:00 a 20:00 hrs) más de 200 actividades que incluyen conciertos, conferencias, ciclos de cine, clases de francés y actividades infantiles.
La Feria de las Culturas Amigas, nació como una iniciativa del Gobierno de la Ciudad de México, para dar cabida a las diferentes manifestaciones culturales que se conjugan en nuestra ciudad, como un crisol de colores, sabores y sonidos que hacen de la Ciudad de México un punto de convergencia único en el mundo, que recibe con los brazos abiertos lo mismo a ciudadanos africanos o americanos, que asiáticos y europeos.
Naciones de los cinco continentes se hacen presentes en esta feria, incluso de aquellos que poco o nada se sabe en nuestro país, como la República de Kazajstán, Lituania o Senegal. Hasta aquellas que de una u otra forma, son parte del escenario, político, social o cultural del orbe como Italia, Brasil, Australia, Argentina, Japón, Holanda o Egipto.
Cuauhtémoc Cárdenas, Coordinador General de Asuntos internacionales señaló a Francia como el país de honor invitado a este evento, celebrando los 190 años de relación diplomática entre México y la nación gala. Consolidando a la FCA como un escaparate para que las naciones hermanas, traigan a México un pedazo de su tierra.
México tiene presencia bajo el estandarte de Capital Mundial del Diseño CDMX 2018 por su parte la Ciudad de México preparó un pabellón en colaboración de Design Week México, que contempla conferencias y talleres, para mostrar al diseño como un motor de cambio social y económico.
Concebida como una fiesta multicultural, que tuviera sus inicios en pequeñas carpas postradas sobre las aceras del Paseo de la Reforma. Esta feria ha tenido en los últimos años grandes cambios, ha evolucionado y se a transformado por completo.
Hace tres años que esta Feria fue reubicada en el Centro de la Ciudad, convirtiéndose en una “romería”, un “tianguis” cultural que ha dejado de lado un poco su esencia. En esta edición de forma particular, resalta que para muchos de los países participantes ha dejado de ser relevante la venta de productos nativos de cada nación, para convertirse en un pasaje de comida rápida.
La logística (nada lógica) convierte la visita, en un paseo caótico, por un gran pasillo circular, al puro estilo de una arena o estadio, obra del Despacho de Arquitectura Ambrosi Etchegaray. Un río que fluye con el vaivén de la masa de gente que poco puede hacer para detenerse a disfrutar de un lugar, avanzando paso a paso mientras el calor sofocante del lugar recubierto de costales hace del sitio por momentos un sauna público.
La saturación excesiva de asistentes, raramente controlada por aquellos encargados de las puertas, crean una extensión del sistema de transporte metro en plena plancha del zócalo, donde lo mismo cabe uno, que diez en un espacio de 1 x 1.
Vendedores por los pasillos invitan a los “marchantes” a pasar a su local, ataviados de cuentas brillosas de fantasía o productos en algunos casos “made in china”, gritos, jalones y empujones no evitan que una que otra chica aproveche el momento para tomarse la foto del recuerdo con alguno de ellos. Excepcional situación que de no ser por los turbantes, nos harían pensar que se trata de una sucursal de lo que apenas a unas calles de ahí, en Correo Mayor se vive día a día.
Es a todas luces criticable la falta personal capacitado que apoye en labores de logística, seguridad y movilidad dentro del lugar, más y mayores carpas de atención al público y la falta de señalamientos visibles de las carpas médicas y de orientación, que por cierto se encuentran a las afueras del lugar. Un reducido y apartado escenario, mantiene ajena la oferta musical y cultural del evento, que cabe resaltar en uno de los mayores atractivos de la feria.
En conclusión, la Feria de las Culturas Amigas en una gran iniciativa por parte del Gobierno de nuestra Ciudad, un oasis de intercambio cultural, que enriquece el bagaje de conocimiento los capitalinos, y que nos hermana con las naciones de todo el mundo.
Sin embargo debe de olvidarse del modelo y discurso político popular para atender una necesidad estrictamente cultural. Separar el concepto gastronómico del comercial, proporcionando un area dedicada extrictamente a este fin, con las instalaciones adecuadas que permita degustar con toda tranquilidad sus alimentos.