No se extrañe porque antes que existieran los videojuegos y el internet existían juegos como el llamado Simón dice. Los niños elegían a un comandante y aquellos quedaban subordinados a la tiranía infantil de éste. Simón tenía que hacer perder a todos. Si decía "Simón dice lámete el codo", al menos intentabas hacerlo, si sólo decía "lámete el codo" y lo intentabas perdías; estaba basado en la capacidad de obediencia, de sumisión al poder, esa es la idea de la serie Código Gris de la pintora Rocío Caballero.
La originaria de Azcapotzalco es egresada de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda. Su obra se puede encontrar en la colección del National Museum of Mexican Art,Chicago, en el libro 100 Pintores y Pintura Mexicana, 200 Artistas Mexicanos Siglos XIX, XX y XXI, entre otros.
Juguetes, adultos trajeados, corazones extirpados, rostros altivos, máscaras animales, son parte de los elementos más recurrentes en la colección. Al ver en ella uno se siente como en carnaval con sordina por esa resignación como de juego perdido que se encuentra en sus personajes.Las pinturas reflejan esa voracidad infantil de poder que exige una mansa sumisión como en el lienzo Un nuevo Mesías o La marcha de los indolentes.
Dispuestos a aprender las lecciones del código gris sobran en nuestro país quizá por la persistencia de ese complejo de inferioridad o por el gastado paso de víctima a victimario. Ejemplos sobran como el Gentleman de La lomas, Javier Romo Garcia regidor panista malacopeando en una taquería, algunos cadeneros de bares, empresarios, políticos, etc.
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