El espíritu del cine de verano. De las muchas sorpresas que me ha dado hasta ahora el Festival de cine de Locarno en su edición número 65 tal vez la más impresionante sea su capacidad de convocatoria entre la población local y su vocación por conservar una gran tradición de exhibición de películas en Europa:el cine de verano.
Conocido por muchos de nosotros que vivimos del otro lado del charco gracias a secuencias memorables en películas españolas, francesas o italianas (como olvidar el romance de Totó y Elena que tiene su momento culminante durante un aguacero que sorprende a todos a mitad de la función en "Cinema Paradiso"), las proyecciones al aire libre son muy populares por estas latitudes siendo las de Locarno una de las más especiales .
Tomando -literalmente- el centro de la ciudad, la bellísima Piazza Grande, los organizadores del festival colocan todas las noche la friolera de 8000 sillas para celebrar los eventos más importantes del evento. Ayer, a las 9:30 en punto no había un solo asiento vacío para cuando subió al escenario Alain Delon, leyenda del cine francés y europeo que recibía el Leopardo de Oro como reconocimiento a su exitosa trayectoria.
Después de presentar un clip con imágenes de sus películas más importantes ("Rocco y sus hermanos", "El eclipse", "El gatopardo" o "La piscina") y al mismo tiempo que se proyectaban sobre las fachadas de los edificios de la Piazza fotografías del intérprete, Delon habló de lo agradecido que se encontraba del reconocimiento ya que normalmente se los suelen hacer a los que ya no están en este mundo. Así, avisando que aún no tiene planeado dejar de filmar ni mucho menos pasar a mejor vida, el francés dio paso a la proyección de la noche:"Lore".
Coproducción histórica entre Alemania, Australia y Gran Bretaña "Lore" es un duro retrato que pone en pantalla las heridas personales que dejó tras de si la segunda guerra en los niños y jóvenes que la sufrieron en carne propia.
Dirigida por la australiana Cate Shortland e interpretada por la brillante Saskia Rosendahl, la Lore del título, la revisión de la historia que propone la cinta no podría ser menos convencional ya que ofrece la visión de una adolescente de familia nazi acomodada que pierde todos sus privilegios tras la derrota de Hitler a manos de los aliados.
Construida en clave de road movie y melodrama, la película sigue la estela de obras como "Ven y mira" de Elem Klimov o "El imperio del sol" de Steven Spielberg que nos muestran como, en cuestión de días, los niños de la guerra se convierten en adultos a fuerza de golpes y dificultades.
En pantalla, una realidad cruda y desoladora se alterna con imágenes poéticas del bosque alemán que deben atravesar Lore y sus cuatro hermanos para llegar a casa de su abuela.Durante su recorrido el agua, el fuego, las cenizas y un pequeño venado de porcelana servirán de símbolos para mantener a los presentes al filo de la butaca.
Justo en el momento climático de la película, cuando nuestra protagonista debe tomar la decisión que marcará su destino, en la Piazza Grande se desata un tremendo aguacero que la mayoría del público asistente soporta de manera estoica.Un gran final para una gran jornada.
Lo dicho, mi primer día en el Festival de cine de Locarno no podría haber sido mejor.Por lo visto, acá todo es como de película.
De eso y más les sigo contando por aquí.