Hoy el tema fue el agua. Y pues aquella feliz, pero yo, la verdad que no. Nos tocó un tremendo chubasco que cubrió banquetas, coches, casas y de todo un poco. No es broma. La tormenta paralizó la ciudad de Recife y el tráfico fue testigo de ello. Nos tocó vivirlo en carne propia. Un asunto de mucho valor, y como se dice en el futbol, de mucho aguante. Como costumbre en esta travesía, ella y yo no nos separamos. Fuimos caminando del cuarto a la entrada del hotel, con nuestras dudas de que se iba a lograr. Pero ya qué, la moneda estaba en el aire. Teníamos la obligación de intentarlo. Nos subimos a un taxi junto con los compañeros de trabajo. El señor taxista muy comprometido con su labor nos subió a todos y emprendió un viaje kamikaze. Arrancó el coche y comenzó a callejonear hasta dejarnos en el metro, que en teoría nos acercaría al Estadio Arena Pernambuco para ver el juego entre Alemania y Estados Unidos. Pues jamás ocurrió. El tumulto de gente puso freno a nuestras intenciones. Y luego de sacar un poco de material en video sobre el fenómeno de los aficionados, decidimos regresar al hotel. Vaya horror.
Otro valiente taxista, tomó sus precauciones e hizo las mismas maniobras que el que nos había dejado ahí, pero no corrió con la misma suerte. Nos quedamos varados en medio de la calle con el agua hasta la mitad del coche cuando se empezó a meter por los tapetes del auto. El taxista con el jesús en la boca y el corazón en el cielo, intentó subirse a la gasolinera mas cercana como otra veintena de coches lo había hecho. Contra las apuestas lo logró. Ahí quedamos. Con chanclas, a una cuadra de nuestro hotel y con el agua hasta las rodillas. En espera de ayuda. Ella, la Brazuquita, estaba asustada por la aventura, yo ya no sabía si reír o llorar. Evidentemente, aquello no era un ojo de agua o agua de manantial, era un agua espesa y desagradable. Tomamos valor todos junto con ella y comenzamos caminar rumbo al hotel. Fue desagradable y tortuoso, pero lo logramos. La Brazuquita y nosotros, llegamos con bien luego de la desagradable y acuática aventura. Una más por esta tierra brasileña.