“Quisiera volver al inicio de la temporada para apostarle a los Cachorros”, la frase que convence a Marty McFly de comprar el Almanaque que, como ya sabemos, provocará una paradoja en el tiempo. Pero esta escena no fue al azar, es otro gran sarcasmo de la cultura deportiva americana.
Corría el año de 1945; Japón había firmado su rendición y la paz comenzaba a respirarse después de la guerra. En ese año los Cachorros de Chicago llegaban a jugar a casa la Serie Mundial con una ventaja de dos juegos a uno sobre los Tigres de Detroit. Billy Sianis, dueño del Billy Goat Tabern, cerca del Wrigley Field, tenía la excéntrica costumbre de colar a su cabra “Murphy” a los lugares más inusuales para publicitar su taberna, y el cuarto partido de la serie no fue una excepción para que Murphy desfilara por el campo como una celebridad de la ciudad. Tomaron sus asientos para disfrutar del juego, hasta que en la cuarta entrada le pidieron que retirase a su cabra del inmueble dadas las quejas de los demás asistentes por su desagradable hedor, lo que enfureció a Sianis.
A partir de este punto la historia es incierta; se dice que maldijo el Wrigley Field y al equipo a nunca llegar a jugar otro Clásico de Otoño; sin embargo también se cuenta que Billy envió un telegrama a Philip K. Wrigley, dueño de la novena en aquella época, que decía: "Usted va a perder esta Serie Mundial y nunca la va a ganar otra vez porque usted insulto a mi cabra".
Aunque el mismo Billy Sianis, su familia y los fans han intentado revertir el hechizo, que algunos creen que durará cien años, los Cachorros nunca han logrado alcanzar otra Serie Mundial, pero la premonición de los míticos pasajeros del DeLorean es aún posible. Hoy los Cachorros de Chicago están en la final de la Liga Nacional contra los Mets de Nueva York y aunque tienen una considerable desventaja en la serie aún tienen la posibilidad de romper la maldición y dejarnos con las ganas de volver al inicio de la temporada para apostar a los "Gafes" de Chicago.
Por Jano V.