Azul Inmortal: Little Jesus + Big Big Love @El Imperial

Por Alan Luna (@AlanisMoon)

Crecí escuchando leyendas. Relatos que se cuentan en torno a una escena musical que despierta pasiones en las juventudes y se eleva hasta formar artistas que se hacen parte de la cultura popular. Historias de cómo las noches en los clubes nocturnos eran místicas, perpetuables e inmortales. Y con los años, con las muchas noches de conciertos, de toquines, de bandas desfilantes y canciones al aire, esas noches algunas veces llegaban, pero rara vez dejaban la sensación mágica.

A finales del año pasado, un mail traía un link hacia el Bandcamp de una banda. Lo abrí. Lo escuché. La primera impresión siempre es importante. Me gustó. Me gustó más de lo que pensé que me gustaría. Algunos mails intercambiados con los demás informantes del Mercado Negro y fin. Por un tiempo, dejamos el tema en el aire. Pero las buenas cosas, a veces y por suerte, regresan en espiral. Seguíamos escuchando de ellos. Y le di otra vuelta al EP. Qué bueno que lo hice. Si de por sí la primera impresión había sido buena, con la segunda, con la tercera, con la cuarta y con la vigésima, la emoción es ascendiente. El debut sonofijado de Big Big Love se siente como algo maduro. Es bien chido ver a una banda de la escena nacional que se arriesgue a hacer las cosas que les gustan. Que se arriesguen a experimentar, a implementar cambios de ritmo, largos pasajes instrumentales y hasta a hacer una rola que pinta para himno... o que ya lo es. En fin, ya que el EP de Big Big Love era bueno grabado, me tenía que aventar a verlo en vivo. Esperaba que me gustara. Pobre iluso. Quedé enamorado perpetuamente.

Mientras tanto, hace como un año y también en el DF, una canción comenzaba a sonar incesantemente en muchas cabezas. Era un ritmo tropical. Bien bautizado como tropipop. Daban ganas de danzar, de agitarse, de saberse la letra para gritarla sin guashaguashear cuando los demás lo hicieran. La rola: “Azul”. La banda: Little Jesus. En aquel entonces, el nombre no me decía nada. Hoy, cuando dicen Little Jesus, sé que están hablando de una de las bandas que más me emociona ver en vivo, o escuchar en grabación. No tienen un disco, aún. El nombre ahí está. Se titulará Norte. Y Norte somos todos, según ellos. A pesar de no existir, creo que ya muchos nos sabemos varios de los temas que vienen en él. ¿Qué artista puede decir que, sin un disco editado, ya mucha banda corea sus rolas en sus conciertos? Hay una razón para ello. Little Jesus es una fiesta. Es complejamente simple. Poseen esa sencillez que requieren las cosas buenas, para que enlacen de mejor manera con el mundo. A un año de su nacimiento, el pequeño Jesús es ya una de las bandas referentes en el Distrito Federal y poco a poco expande sus fronteras, ya sea al Norte (see what I did there?) o al Sur o al Este o al Oeste, la evangelización chiquita llegará a su destino.

El viernes 16 de agosto hubo una fiesta. Con globos, amigos y pizza. Como las fiestas que de pequeños, (espero) todos tuvieron. No siempre hay que tener motivos para celebrar, siempre será bueno pasarla bien, pero esta vez, sí había una ocasión particular. Little Jesus ya está creciendo. Es un tierno bebé de 1 año. ¿Qué mejor que celebrar tocando?

Todos corran al Imperial porque se va a llenar. Y se llenó. Se atiborró. Gente se quedó afuera. Es grato ver tanto cariño para un pequeñuelo. Los que iban a empezar la celebración son los mismos del mail. Los mismos que enamoran, que hipnotizan y que dejan con ganas de verlos una y otra vez en el circuito musical del DF. Big Big Love y su potencia conquistaron de nuevo, como cada escenario que pisan. Tocaron canciones que se incluirán en su primer —y esperadísimo— LP, combinándolas con las ya queridas rolas de su EP debut. Cerraron con el himno. “Immortality” es una de las mejores canciones hechas en México. Es pegajosa, es metamórfica, es épica y sí, es inmortal. La sensación mágica que se materializa en puños al aire, aplausos al unísono o el coro formado por todos los presentes comandados por Santiago —vocalista y guitarrista de BBL. Sí, podré ser bien romántico, pero esa sensación se puede llamar “magia”.

Un descanso. Hay que salir para respirar un poco, tanto calor humano puede ser apabullante. Además, ya mero se subían los festejados y había que reunir energía para despertar a toda la colonia Roma. Pa’ dentro de nuevo, que ya se arremolina la masa. Ya dentro del Imperial, como en los viejos tiempos y sin caer en metáforas, el bonito telón rojo se abre para quedarnos con las caras de los muchachos del festejo. Manos al aire, gargantas agudas y sonrisas por doquier. Diversión en abundancia. Qué bonito es el tropipop. Dos ídolos de masas también estuvieron presentes en cierta forma, un cover a los Beatles: ”Tomorrow Never Knows”, y otro a Justin Bieber: ”Señorita”, son la representación de la ideología más pura de Little Jesus, hay que tener humor y divertirse haciendo lo que se disfruta. Apenitas a principio de semana nos entregaban dos temazos: “Cretino” y “Color”, por supuesto ya muchos se las sabían como el Padre Nuestro. “Químicos” y su tremenda explosión coral fue otro momento especial, pero ya todo apuntaba al final. “Berlín” abrió muchas gargantas, como un buen caballito de mezcal. Épale. ¿Todos listos? Después llegaría la pizza, pero antes de despedirnos y dedicarnos a la tragazón: “Dimeeeee queeeé vaaaa a seeer de tiiiii, cuando seas grande...”. Sí que sí, todo se tornó azul. No el azul del que Cristian Castro canta. Un azul más chido. Un azul que se parecía al azul de las leyendas musicales, como el que me imaginaba cuando me contaban aquellas historias de noches mágicas, místicas y perpetuables.

Big Big Love y Little Jesus están pintando la escena mexicana con un color particular, llamémosle: azul inmortal.

[Escucha] Zoé - "10 AM"

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