Tigres llegaba al Estadio Azteca con la misión de echar al superlíder y recordarle la maldición. Los seguidores regiomontanos se hicieron presentes en el coloso de Santa Úrsula, donde sólo dos colores con distintos tonos predominaban: azul y amarillo, no importaron las 26 horas de camino de Monterrey a la Ciudad de México, la afición de los Tigres les recordaba a los americanistas que en el 2005 ya los habían sacado de la liguilla dando la vuelta al marcador. Se quedaron a un poste de lograrlo, los de casa se vieron superados en sus líneas, Alan Pulido se encargo de dejar mal parada la defensa americanista. En un partido muy disputado, con arbitraje riguroso y con fallos para ambas escuadras, los de casa lograron abrir el marcador al minuto 50, Raúl Jiménez rompió la sequía goleadora y puso al frente a los de Coapa, el azteca se cimbró por la afición azul crema, aunque esto les duraría muy poco. El desconcierto regio llegó, además de verse abajo en el marcador ,se quedaron con diez jugadores en la cancha, luego de la expulsión de Hugo Ayala por doble amarilla. Sin embargo, Alan Pulido se encargó de emparejar los cartones al 56, en un veloz contragolpe que orquestado por él, logró abrirse espacio para definir con disparo cruzado y batir a Moisés Muñoz, la afición regia exploto en júbilo, el equipo del ‘Tuca’ sabía que un gol más los metería en la semifinal, el tiempo se acababa y el América parecía que se quedaba sin ideas, la gente no se movía de sus asientos, en cualquier momento cualquier equipo podría hacer la diferencia.
Aunque con el empate, el campeón seguía clasificado, los nervios se apoderaron del coloso de Santa Úrsula y de sus fervientes seguidores quienes sufrieron en demasía, sobre todo cuando al minuto 80 Emmanuel Villa sacó un disparo raso que dejó en el poste derecho y con él dejó las esperanzas de regresar a Nuevo León con boleto semifinalista en mano. América logró llevar a buen puerto el trámite del encuentro en los últimos minutos, hizo lo que todo equipo que gana y se siente asfixiado por el contrario, quemo su tercer cambio, para así salirse con la suya y continuar su camino rumbo al soñado bicampeonato.